Tormentas del pasado

in #spanish7 years ago
Cada tanto hay un nosotros que me llena de felicidad, que me eleva con fantasías y una pizca de realidad. Sin embargo, ninguno ha sido igual al primero. Ese marcó un hito, dejó una huella profunda en mi corazón. Aunque, la verdad, ese fue el tercer amor que tuve. Ahora que lo pienso, la numeración no importa sino la intensidad de los sentimientos. Con él crecí y aprendí sobre la vida, hice mis primeros planes serios (y no tan serios), forjamos un futuro juntos. Es difícil desligarse de ese «nosotros» cuando lo trabajamos por tanto tiempo, con tanto afán y confianza. Lo amaba y él a mí.


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Algunos allegados afirman que me manipulaba hipnotizándome con su verborrea constante, que a veces era una máquina y cumplía su voluntad sin cuestionar, había borrado mi pensamiento crítico. Aún no estoy completamente convencida de tales afirmaciones pero sí soy consciente de que daba mi brazo a torcer. En una relación no hay competencias, vamos al mismo paso; compartes tu individualidad con el otro para dar lugar a una sola luz que ilumina ambas vidas. Así que no encuentro el sentido en contabilizar las veces en las cuales se cumplía la voluntad de uno de los dos; a la larga era la de ambos, pues sabíamos las preferencias del otro.


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De todas formas somos humanos y calculamos eso en nuestro subconsciente. Tal como dijo un amigo hace poco, los detalles desagradables matan cuando se acumulan. Ese nosotros se terminó un día gris. No recuerdo el inicio pero sí el final. La noche era negra, se sentía más fría que de costumbre; la cama era mi consuelo mientras abundantes lágrimas corrían apresuradas por mi rostro; mis pensamientos estaban con él y mi cuerpo estaba desecho. Solo podía pensar: se acabó, ¿qué haré? ¿Quiero esto? Inmutada quedé con las palabras en la punta de la lengua. Por los ojos brotaban mis gritos de desesperación pero él no podía oírlos. Quizás sí los escuchaba pero se detenía por la amargura que salió de mi boca. Convertí nuestro lugar en un vórtice de pena y desolación. Por otro lado, quizás él quiso respetar mi decisión. Entendía que no podía amarrar a alguien y decidió alejarse. Siempre fue maduro, aunque con su toque de jovialidad y ternura infantil.


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pues si, el amor es duro, pero solo cuando tu quieres que sea asi.
No nacemos siendo perfectos, y el equivocarnos una y otra vez, nos sirve para aprender para la proxima.
Y poco a poco, desamor tras desamor, llega el amor, el de verdad, el que te hace cosquillas constantes dentro de ti, el que no cuesta trabajo, el que tu alma sabe que tiene su otra mitad a su lado.
He escrito un post hace unos dias sobre el tema de los "errores" y de aprender de ellos. Si te apetece pasate a verlo!! Un saludo!

¡Uff si! Cuando nos equivocamos aprendemos pues nos damos cuenta de las otras formas que existían para abordar la situación. Pero a veces si el amor no cuesta, es sumamente extraño; a mí me ha costado aceptar que en ocasiones las cosas pueden fluir y que así puede ser perfecto. Gracias por la invitación y por pasarte :)