Selección sexual en plantas: un trabajo entre especies

El gametofito, es su flor, que femenina o masculina, e incluso hermafrodita (ambos sexos) contiene las estructuras y células esenciales para perpetuar la especie. Ahora bien, a veces resulta muy difícil imaginar que pueda existir selección sexual en plantas pues, a diferencia de los animales, no tienen los sentidos de vista, olfato, gusto, tacto, etc…sin embargo, en esta publicación podremos observar como con ayuda de agentes polinizadores y afianzadas en sus estrategias adaptativas para atraer, las plantas realmente si logran seleccionar los genes de su especie en particular.

El dimorfismo se hace muy evidente en orquídeas del género Catasetum quienes incluso, en un principio, las flores de ambos sexos, fueron clasificadas en dos géneros separados, hasta que un buen estudio morfológico logró establecer que se trataba del mismo, con diferencias bastante acentuadas de acuerdo a su sexo. Es también muy observable en cucurbitáceas (calabazas, auyamas).

Para Bateman (1948) muchas de los procesos que hemos desarrollado en publicaciones anteriores, y que giraron en torno al Reino Animal, pueden ser aplicables a las plantas. Para ello debemos inicialmente establecer como ocurre el apareamiento en estas, pues generalmente estamos acostumbrados a identificarlo solo en animales. El apareamiento vegetal implica el paso del grano de polen de un individuo a otro, donde, el receptor del mismo, fungirá como la estructura parental de la semilla, que será posteriormente, un fruto.

La flor o estructura femenina, al igual que ocurre en los animales, no sólo contiene las células germinativas que darán origen, luego de ser fecundadas a un nuevo individuo, sino que deben generar las fuentes energéticas que mantendrán al embrión en sus primeros estadios, hasta que logre realizar el proceso fotosintético. Esto muestra que, definitivamente al igual que ocurre en el Reino Animal, serían las hembras, en este caso, las flores femeninas, las que deben realizar una mayor inversión energética, a diferencia de las flores masculinas que, solo producen polen.

Ante esta situación podríamos preguntarnos ¿por qué el esquema energético se repite? ¿cuáles son los beneficios entonces de ser la hembra?

El apareamiento vegetal implica la actuación de un tercer agente, que generalmente es un animal, con excepción de las plantas anemófilas (polinizadas por el viento). Este animal será el encargado de polinizar o transportar el grano de polen desde una estructura a la otra, lo que ha conllevado a deducir que, el acceso a los polinizadores presupone una barrera limitante en lo concerniente al éxito reproductor, en ambos casos, tanto en los donadores, como en los receptores/ productores de semillas.

Imagen @alexaivytorres. Capturadas con mi dispositivo Huawei P20 y editada en Microsoft Power Point.

En una investigación realizada por Stanton y colaboradores (1986) se logró medir el éxito reproductivo de la flor femenina de Raphanus raphanistrum sencillamente contabilizando el número de frutos generados. El éxito reproductor en machos, fue mucho más complicado pues está más limitado que el de las hembras, en consecuencia, han adaptado la presencia de flores vistosas que atraigan más a los polinizadores.

Imagen @alexaivytorres. Capturadas con mi dispositivo Huawei P20 y editada en Microsoft Power Point.

De ser cierta esta situación, debiera existir una alta tendencia hacia la existencia de flores dioicas, más que monoicas. Esta investigación es consecuente con la hipótesis de partida, que coloca a las flores masculinas, como las que necesitan una mayor atracción a los polinizadores a diferencia de las flores femeninas.

• Las plantas han ideado estrategias que garantizan la perpetuación de su especie.

• Cuando se ve limitado el éxito reproductor de los machos, debido a la disponibilidad de animales polinizadores, estos desarrollarán flores con características más llamativas que las femeninas.

• El gasto energético sigue siendo mayor para las hembras vegetales. Sin embargo, estas al parecer poseen menos limitantes en cuanto al éxito reproductor.

Referencias
Bateman, A. (1948). Intra-sexual selection in Drosophila. Heredity 2:349-368.
Staton, M. (1986). Floral Evolution. Science. 232: 1625- 1627.
Freeman, S. (2002). Análisis Evolutivo. Prentice Hall: Madrid.

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