Relatos mágicos: "Perderte Jamás"

in #cervantes7 years ago (edited)


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Una historia basada en hechos reales...


Aquel día fue el más largo de mi vida.  Todo lo que me ocurrió lo llevo grabado como una cicatriz mental.  Mi vida fue dividida desde aquel día.  Todo cuanto había soñado cambió para siempre en un instante de tiempo. ¿Cómo podrías ser igual mi vida, luego de aquel episodio?

Fue el mes de diciembre de 1999.  Me encontraba feliz por la llegada de la navidad. A mi padre le habían pagado sus vacaciones y en casa se respiraba un ambiente navideño. ¡Qué alegría! Ese año se encontraba toda la familia reunida en casa de mis abuelos. Mi madre y padre, mis dos hermanos mayores y mi hermana Karen, quien también era mayor que yo, habíamos ido a pasar el fin de semana a la casa de mis abuelos. El domingo iríamos a las playas cercanas; sin embargo, el destino tenía otros planes para nosotros.

Habíamos llegado a casa el viernes; desde hacía varios días el mal tiempo amenazaba con dañarnos el viaje; pero llegamos bien. Mis abuelos vivían en una hermosa casa grande con ambiente rural, un río en frente de la casa y mucho espacio para jugar. Quedaba ubicada en medio de la montaña.  Aun cuando no pudimos compartir en el patio, la lluvia del sábado nos ayudó a permanecer juntos todo el día dentro de la casa jugando y bromeando con mis primos. Viendo televisión y aprovechando la estadía. ¡Qué grande es compartir en familia!  

Yo tenía 10 años.  Gozaba de mi infancia y jugaba con amigos imaginarios que en mis momentos de soledad; pero, en casa de mis abuelos no había tiempo para ellos.  Mis primos y hermanos ocupaban todo el tiempo para disfrutar de los juegos y bromas pesadas de mis hermanos mayores. 

Ya me empezaba a incomodar el frío que generaba ese día tan lluvioso.  Notaba que también mis padres se encontraban intranquilos. Parece que las noticias del día nos decían que mañana no habría viaje a la playa. La lluvia constante de esos días había ocasionado inconvenientes para esa población. Mis padres decían que no recordaban que hubiera llovido tanto años anteriores.  

Esa noche comimos todos y nos fuimos a acostar en unos cuartos que quedaban arriba en la segunda planta de la casa de mis abuelos.  Nos quedamos cerca unos de otros para hacer juegos y cuentos de terror. Mis hermanos y primos se burlaban de Karen y de mí, por ser los más chicos. Nos daba mucho miedo esas historias de muerte. No teníamos idea de que las mismas, pocas horas posteriores quedarían como cuentos de hadas, en comparación con lo que veríamos.

Mientras intentaba descansar, escuchaba las noticias por la tele. ¡No es posible que mi padre estuviera pegado al televisor a esa hora! Decidí bajar para ver por qué no dormían.  Fue allí que comenzó mi terror.  En televisión pasaban las noticias de lo que la lluvia estaba haciendo en la zona donde nos encontrábamos. Por primera vez ví cara de preocupación en el rostro de papá.  Mi madre observaba también y hacía gestos de angustia. Sus ojos estaban atónitos de lo que veían.  Las imágenes de ese día fueron muy desalentadoras; sin embargo, lo peor no había llegado.  

Me subí nuevamente cuando mi madre, percatándose de mí en la escalera que daba hacia la planta alta, me ordenó que me fuera a dormir.  La lluvia arreciaba y no parecía calmarse. En ratos más fuerte y otras no tanto. A pesar de todo me sentía seguro donde estaba. Con mi mamá y mi papá cuidando de mí, sabía que nada me podía pasar. Al subir observé que todos mis hermanos ya dormían. Yo tomé una de las cobijas que mi hermano me había quitado y me acosté. En pocos minutos ya estaba durmiendo. A lo lejos la tele y el sonido de la lluvia cayendo en los árboles cercanos me tranquilizaban y me hicieron dormir rápidamente.

No supe qué hora era, pero ya estaba aclarando. Me despertó el ruido bestial que hacían las aguas que bajaban por el camino de tierra fuera de la casa de mis abuelos.  Mis papás y abuelos habían subido para ver desde arriba las cosas cómo estaban ocurriendo. Mis ojos casi se salen del susto al ver una cantidad enorme de lodo y agua con piedras bajando a toda velocidad por la calle. Detrás nuestro estaba la montaña tupida de árboles y monte. 

La lluvia continuaba y podíamos ver desde donde estábamos cómo pasaba ese torrente de agua y lodo, piedra y árboles. Era evidente que más arriba había el desborde del río, cerca de la casa de mis abuelos. Mis papás no habían dormido, pues se encontraban sumamente preocupados por la situación. Supongo que la dosis de noticias sobre el clima los había mantenido en vela. Veíamos desde arriba cómo el lodo bajaba y, de verdad, daba terror. Sobre todo cuando empezamos a ver bajar piedras del tamaño de un automóvil. La casa de mis abuelos comenzaba a sentir la fuerza del agua. Al ver las primeras piedras mis papás le dijeron a mi tía Isabel y a mis abuelos que mejor subieran por precaución. No deberíamos correr riesgos.  Ellos subieron y todos nos quedamos en el balcón que daba a la pared observándolo todo. 

La angustia siguió en aumento cuando a eso de las 9:00 am comenzaron a bajar árboles completas desarraigados por el agua y las piedras. El frente de la casa empezó a ceder y el agua comenzó a entrar inundando toda la planta baja de la casa. Todo el patio delantero comenzó a llenarse de agua y allí fue cuando mi madre, mi tía y mis primos perdieron la calma. Nos entró un ataque de pánico porque nunca antes habíamos visto eso. Era obvio que corríamos mucho peligro en esa casa; pero, ya no había tiempo de salir. La casa era resistente, pero si seguía así cualquier roca de semejantes proporciones podría hacerla colapsar con nosotros dentro.

Y así ocurrió...

El agua había inundado toda la parte baja de la casa. Al bajar las escaleras podíamos ver entrar el agua. Era momento de tomar una decisión: quedarnos en la parte alta de la casa o salir antes de que se inundara más la casa. La casa tenía una puerta trasera que daba a un pequeño camino; sin embargo, ese camino sólo llevaba a la parte delantera de la casa. Para subir al cerro era necesario escalar. Evidentemente, era una situación muy complicada para mis abuelos.  Yo sólo lloraba al ver la angustia de mis padres y de mis abuelos para ver qué hacer.

Decidieron todos salir por detrás, mientras podíamos. Era necesario dejar la casa e irnos montaña arriba. No había alternativa.  Cuando hubieron tomado esa decisión mi papá y mi tía trataron de llenar algunos bolsos con enlatados. Por suerte, nosotros habíamos llevado comida adicional para ese fin de semana en la playa; así que cargamos con ella.  Sé que mi papá no sabía como subir a los viejos, pero había que intentarlo. El ruido era espantoso. El olor de la maleza húmeda impregnaba aquel lugar así que bajamos ya cuando el agua les llegaba por la cintura. A mi me tapaba absolutamente; así que debí pasar en los hombros de mi hermano mayor. 

Las aguas dentro de la casa estaba tranquilas, pero no sabíamos como estaba afuera de la puerta trasera. Al sentir esa agua con barro en mis pies y piernas fue cuando comencé a sentir el terror.  Mis abuelos tenían entre 60 y 65 años ambos; así que no era nada fácil para mis padres tomar esa decisión. Ellos, ambos se miraron a los ojos y mi abuelo tomó la palabra.

- Hijo. Nosotros nos quedamos. Dijo mi abuelo, lacónicamente.

- Pero papi es muy peligroso quedarse aquí, esto puede colapsar.

- No te preocupes, hijo. Quizás es más peligroso para nosotros tomar ese camino. Tu mamá está mal de la pierna y ya sabes que yo con estos bronquios, esa lluvia me terminará de matar. Mejor nos quedamos. 

Mi padre no supo cómo reaccionar. No sabía si los iba a llevar a la muerte o si dejarlos era lo  más prudente. Mi hermano mayor dijo: papá, yo me quedo con ellos.  Ellos no lo aceptaron. Ambos dijeron: ¡nooo! a coro. No hace falta. Si la casa no aguanta nadie nos podrá salvar, hijo. Mejor ve con tu padre y ayuda a tus hermanos. Las aguas seguían subiendo y no había mucho tiempo para decidir. Recuerdo que mis abuelos sonrieron, como para tranquilizarnos y mi papá los abrazó y lloró amargamente. Sabía que los estaría dejando a su suerte. 

- Vamos, vamos... No esperen más... Váyanse antes que se ponga peor.  Dijo mi abuelo Matías.

Les dejamos un bolso con provisiones y comenzamos a movernos hacia la parte trasera de la casa. Ellos podían vernos desde arriba. Al abrir la pequeña puerta entró una cantidad de escombros lo que hizo que perdiéramos el equilibrio y cayéramos... Mi hermano mayor no me pudo sostener y quedó retirado de donde yo estaba. No podía respirar. Soporté hasta donde más no pude, pero ya estaba tragando agua sucia. Me había entregado a la muerte en ese momento; pero, sentí un jalón por el brazo que me hizo volver a retomar aire. Era mi papá que me estaba sacando y me pudo levantar hasta la altura de sus hombros. Mis hermanas estaban tomadas de las manos y se sujetaron de una ventana de la casa, para no ser arrastradas por el agua que entraba por la puerta. Mi madre y mi tía hacían lo propio para no ser llevadas por las corrientes de agua.  En lo alto ví a mis abuelos con cara de angustia mientras sufríamos esa calamidad. ¿Cómo salir de allí? ¿Cómo superar la fuerza de la corriente y llegar a la pendiente del cerro que esperaba del otro lado. 

Continuará...


Segunda parte: https://steem.ly/2daparte
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Uffffffffff tela , tela, que agobio, esperando el desenlace. Gracias por compartir, el equipo Cervantes apoyando a la comunidad.

¡Ey! jajaja. Siempre es grato disfrutar de la compañía de semejante equipo de excelencia @cervantes. Gracias por apreciar el trabajo.

Que historia tan angustiante :0 Espero la continuacion. Saludos.

Gracias por leerla, para mí es un grato placer tenerlos como lectores @darius86.

welcome! i look forward to reading your articles!

Thanks for appreciating it!!!

Me ha encantado, creo que no he leído algo tan rápido para saber que pasaba. Y esta super bien narrado, senti angustia por que lo que puede pasar. Espero la segunda parte

Qué alegría que te haya gustado. Pronto veremos qué sucedió. Gracias por valorarlo @poesiaempirica. Exitos..

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