Tratado de la musa
¿Qué es una musa? y ¿Cómo existen o no existen las musas?
La primera conceptualización de “musa” fue de naturaleza mitológica.
Es decir, divinidades que inspiran, primero como ninfas y después como las musas canónicas hijas de Zeus. Luego se constituyeron conceptualizaciones modernas de “musa” como con Julliette Greco, la musa del existencialismo francés, cuando el Jazz llenaba la conciencia de personajes como Sartre o Camus. Y recientemente, en el contexto científico se han hecho experimentos para entender el efecto de la inspiración y las musas.
El vínculo que existe entre la filosofía, el arte y las musas es tan tangible que se aproxima una evolución del concepto.
En “El saber de las musas” (2016) Sergio Espinosa Proa reabre el debate sobre esta índole.
Para Espinosa Proa:
“El objeto es el lugar de una objeción radical. La pregunta es si siempre y forzosamente es así, mi respuesta es que lo es sólo cuando el sujeto —transformado en artista— libera al objeto de su objetualidad. El objeto técnico, supeditado a una tecno-lógica, se convierte en signo, es cultura, adquiere, se impugna el señorío del sujeto, el objeto objeta al sujeto, adviene entonces el “sistema de los objetos. [...]
La civilización se desliza sin remedio hacia la barbarie tecno-lógica."
Es decir, hace una separación entre la razón tecnológica-instrumental y la razón estética-metafísica. Hay que aclarar primero que además de que "el progreso" siempre tendrá paradojas, es desentonado comparar únicamente el aspecto del que habla Espinosa Proa con la razón científico-técnica (instrumental) y de la razón práctica (ético-moral).
Es verdad que debemos liberar a la “expresión”, salir de los barrotes de la imposición. Es decir, de los cánones y las tradiciones impuestas, del hombre que hiperracionaliza. Es correcta esa concientización: es necesario desmontar el automatismo del mundo. Pero hay que concebir éste proceso como parte de un mismo ciclo crítico de exploración.
Espinosa Proa cree que el empirista (el técnico, el científico) ve una “realidad alienada”. Las implicaciones de su trabajo son radicales y representa un sesgo cognitivo que él mismo llama “jaula de hierro”.
Para Espinosa Proa:
“El arte no consuela ni busca ser útil ni pretende ser totalizador. El arte no culmina en ninguna conciliación ni constituye objetos de estudio o campos de dominio, no tiene siquiera resolución: el arte es”
“Se trata de la palabra poética que se propone restituir al objeto su misterio, su misticismo, su condición y estado.”
“La poesía, la novela, la música, la filosofía intentan entrar en contacto con el mundo y a la vez con la alteración de la realidad, la palabra que se libera de la conciencia del sujeto, que se desubjetiviza, que va más allá de las imágenes, que busca conservar experiencias del mundo, no imágenes del sujeto práctico y técnico, que intercambia, que consume, y que pretende tener bajo control lo real.”
¿Cómo podríamos indagar en esa alteración de la realidad, la palabra que se libera de la conciencia del sujeto, que des-subjetiviza? Eso, que va más allá de las imágenes y las palabras, ¿busca conservar experiencias del mundo?
Iniciemos abordando su visión del arte-musa, que implica cierta visión del mundo (una visión metafísica).
A grandes rasgos su idea de las musas se hiperracionaliza y las propone como sujetos inhumanos sumamente conceptuales.
Las musas de Proa no clasifican, no buscan encadenamientos ni continuidades de orden objetivo y determinado; ofrecen una posibilidad, no imponen. Como él dice "Son devenir".
La visión filosófica de Proa respecto al fenómeno-musa es un enredo metafísico con los pies lejos de la tierra. Su epistemología está restringida a un mundo de clichés filosóficos. Su error se debe a un prejuicio que demoniza a la técnica y la materialidad (objetualidad) del mundo. Despersonifica a la musas al olvidar su estudio en cuanto a sujetos determinados con biologías determinadas, al igual que a los artistas: nosotros.
Para Espinosa Proa el mundo no es todo, hay siempre algo más o algo menos, algo que no ‘cabe’ en el mundo. Ese algo “no termina de ser espíritu” (enfatiza ese aspecto frente a la “inerte materia”) y que no está en el futuro ni en el pasado.
Para él, ese ‘algo’ es a lo que “responde y corresponde el imaginar y el hacer del artista”.
Es decir: Proa piensa la inspiración del arte como manifestación totalmente metafísica. Y nos pierde en las letras. La idea de Espinosa Proa es cautivadora, pero inexacta.
Él piensa a la musa como una entidad metafísica que usa a la mujer como su vehículo. La materialidad de la inspiración queda opacada por los aires de eternidad artística. Ve a la museidad desde una perspectiva idealista europea.
Y pasa por alto diferencias culturales (¿o existe tal cosa como una musa mesoamericana?).
Tenemos el ejemplo de Asia, cuyas entidades místicas rebasan la epifanía del arte occidental, la naturaleza de la creación artística es del mismo orden que la creación misma del universo.
Nuestra percepción del fenómeno se vería enormemente nutrida por esta práxis de la existencia.
Las musas existen, hay algo de divino en ellas, pero su magia tiene un origen material y eso es lo que olvida el autor.
‘Musa’ es una conceptualización cuyo primer origen está y se mantiene en el mundo determinado del humano. Es decir, hay algo mesurable en el fenómeno.
Por ejemplo, por medio de la estadística nos damos cuenta de que cada vez son más los hombres que han podido captar la inspiración proveniente de la mujer, y cada vez son más los capaces de crear; justo como los pensadores inspirados por Juliette Greco. Es momento de explorar con una "nueva" visión y preparación: la ciencia.
¿Puede relacionarse la filosofía, lo científico y el arte?
Vladas Griskevicius, Robert Cialdini, Douglas Kenrick publicaron un paper acerca del “Efecto Musa” y de cómo la creatividad pudo evolucionar por selección natural. Realizaron experimentos para explorar los efectos de la activación y motivación romántica de la creatividad. Esto es: cómo uno es afectado por la interacción pasional no-erótica.
En el experimento se encontró que, de varios incentivos para ser creativos, los motivos románticos aumentaron la creatividad notablemente.
Para los hombres, el deseo de encuentros románticos aumentó la creatividad a comparación del estímulo provocado por relaciones comprometidas. Por otro lado, las mujeres mostraron más creatividad sólo cuando deseaban socios fiables a largo plazo. Las diferencias respecto a su creatividad fueron evidentes. Las personas inducidas a un estado “romántico” fueron significativamente más creativas a comparación de los individuos incentivados monetariamente, por ejemplo. Las motivaciones románticas son determinantes para el proceso creativo. Además, esto no parece estar relacionado con el estado de ánimo o la excitación. En resumen, los científicos encontraron que sí hay un efecto musa.
Y para comunicar éstos hallazgos, los investigadores crearon un juego para estudiar al efecto-musa. Pusieron a esperar varios minutos a un grupo de hombres en un cuarto aislado, luego debían pintar. Otro grupo realizó la espera conviviendo con una mujer bella, luego debían pintar.
Las musas pueden tener identidad definida, pero la evidencia nos muestra que ellas existen sólo para los hombres. La intensidad y naturaleza de la inspiración femenina es diferente a la masculina. Para las mujeres se trata de un proceso de temporalidad diferida (no inmediata) y más sutil, pero en ambos casos se puede medir esa actividad neuronal e incluso se puede relacionar directamente con la contabilización del producto de la inspiración.
Tengamos en cuenta también que Joaquim Fuster propuso que el cerebro es una red neuronal, y encontró la manera de cuantificar, en cierta medida, los procesos de dichas redes neuronales con nuevos instrumentos y técnicas de medición como la resonancia magnética, la tomografía por emisión de positrones, etc . Es decir, toda actividad dentro del cerebro es observable, así como la acción de escribir, pintar, meditar y ‘crear’. Se puede observar al cerebro mientras realiza éstas actividades. “El romance” y sus implicaciones creativas (el efecto musa) son también procesos naturales en la red neuronal, por ende podríamos medirlos. Podemos usar estas técnicas experimentales para una nueva epistemología de la musa.
Finalmente, acerca del cómo se aproxima una evolución del concepto musa. En un futuro, la población estará tan consciente de estos procesos mentales que, por estatus social, adaptación, e intuición, se buscará con más precisión y certeza a “la musa”: aquella mujer que tenga y detone patrones neuronales cercanos a la epifanía, el misterio, el arte, la ciencia, la libertad y el misticismo; ya que la naturaleza de la musa puede influir, a su vez, en la naturaleza de la inspiración, porque es un proceso en su mayoría inconsciente.
Habrá musas capaces, con conciencia de que el sufrimiento es un ciclo que se vence, con práctica de la comprensión correcta, práctica del pensamiento correcto, práctica de la palabra correcta, práctica de la acción correcta, práctica de la ocupación correcta, práctica del esfuerzo correcto, práctica de la atención correcta y concentración correcta, consciente de que el sufrimiento viene de la ignorancia y con práctica y conciencia de la dinámica social y la familia.
Es decir, con un patrón neuronal particular consciente del puente hacia el valor humano, con práctica de la atención plena, que comprenda que el “entendimiento” no es algo, si no un camino, con comprensión de que ‘la gran experiencia’ escapa al lenguaje.
La museidad mantiene su aire divino, metafísico, pero debemos pensarlo, por ahora, como algo concreto y en singular: “La musa”. ya que las mujeres con estas características en el futuro serán pocas, pero serán muchas más que el ínfimo número que hay ahora.
Las musas (del futuro), que tengann su conciencia esparcida por todo el lugar, aquellas despiertas que apunte tan cercanamente al sueño lúcido, al arte o a la epifanía, inspirarán a hombres capaces, serán el lucero para los hombres que aún no nacen, aquellos que navegarán más lejos.
See you soon, fellows.
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