A veces nos falta algo...

Cae la primera palabra, después otra y otra más. Buscan en los recovecos de lo que fuimos alguna vez un seremos; inertes, encontramos una cama vacía y un café, frío. Siguen cayendo palabras en el cuaderno y empiezan a crear esa amalgama perfecta de sentimientos imperfectos, producto de una persona imperfecta. Terminamos la oración y siguen los párrafos y las páginas: algo sucede en nosotros. Seguimos en búsqueda de una pizca de verdad entre un océano de mentiras; estamos en busca de luz en medio de tanta soledad. Y, por alguna extraña razón, creemos que las palabras tienen siempre la verdad, olvidando que son las primeras mentirosas de todas. Sin embargo, las palabras que nos susurran al oído, nos permiten seguir al día siguiente.

Escribir es una droga tan peligrosa como la cocaína, porque te consume de la peor manera: saca tus demonios y te pone a enfrentarlos cara a cara; saca lo peor de ti en versos y versos con destinatario que nunca entregaste. Y seguiremos escribiendo, porque las mentiras (o las medias verdades) y los inventos y los pecados y los miedos no son suficientes.

Y de cuando en cuando, seguirás recordando que escribías por algo...

Y de cuando en cuando, sentirás que algo te falta y buscarás, en las palabras piadosas, la respuesta que siempre conociste.

Porque estamos malditos con tantas palabras que corroen, inundan e infectan nuestro ser.

Y al final del día, agradecerás poder hacerlo...

Y seguirás escribiendo...

Y seguirás escribiendo...

-Dann Axkaná

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