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Jesús dijo a sus discípulos: “No crean que he venido a abolir la ley o los profetas; no he venido a abolirlos, sino a darles plenitud. Yo les aseguro que antes se acabarán el cielo y la tierra, que deje de cumplirse hasta la más pequeña letra o coma de la ley. Por lo tanto, el que quebrante uno de estos preceptos menores y enseñe eso a los hombres, será el menor en el Reino de los cielos; pero el que los cumpla y los enseñe, será grande en el Reino de los cielos”.
Tenemos ahora ante nosotros la segunda parte del primer gran discurso de Moisés, tal y como nos viene reportado por el libro del Deuteronomio. Domina muy claramente aquí la insistente exhortación a la observancia consciente de la Ley, como indispensable correspondencia a la fidelidad divina.
Esta insubstituible lealtad de Israel al Señor hunde sus inconmovibles raíces en la Alianza del monte Sinaí, y es prenda cierta de una prosperidad y de una aún mayor grandeza futura. En esta leal y contante observancia está la verdadera sabiduría. El evangelio introduce las seis antítesis del “Sermón de la Montaña” en el que Jesús delinea la nueva justicia del Reino de Dios, es decir, las nuevas normas de santidad y de fidelidad del nuevo pueblo de Dios.
Tales disposiciones –propias y características de la «plenitud de los tiempos» (Gal 4, 4) – son, naturalmente, más radicales y comprometedoras que las del pasado. Esta fidelidad es la que quiere Jesús de sus discípulos y la que ha de diferenciar a los miembros de la sinagoga y a los miembros de la Iglesia. No olvidemos que, a final de cuentas, en el amor se compendia la «plenitud de la ley» (Rom 13, 10).
Imagen De Dominio Publico Fuente
Jesus told his disciples: “Do not think that I have come to abolish the law or the prophets; I have not come to abolish them, but to give them fullness. I assure you that before heaven and earth will end, that even the smallest letter or comma of the law will cease to be fulfilled. Therefore, whoever breaks one of these minor precepts and teaches that to men, will be the least in the Kingdom of Heaven; but whoever fulfills them and teaches them will be great in the Kingdom of heaven.”
We now have before us the second part of the first great speech of Moses, as reported to us by the book of Deuteronomy. The insistent exhortation to the conscious observance of the Law dominates very clearly here, as an indispensable correspondence to divine fidelity.
This irreplaceable loyalty of Israel to the Lord sinks its unshakable roots in the Covenant of Mount Sinai, and is a sure pledge of prosperity and even greater future greatness. In this loyal and constant observance is true wisdom. The Gospel introduces the six antitheses of the "Sermon on the Mount" in which Jesus outlines the new justice of the Kingdom of God, that is, the new standards of holiness and fidelity of the new people of God.
Such dispositions – proper and characteristic of the “fullness of time” (Gal 4, 4) – are, naturally, more radical and compromising than those of the past. This fidelity is what Jesus wants from his disciples and what will differentiate the members of the synagogue and the members of the Church. Let us not forget that, in the end, love is the "fullness of the law" (Rom 13:10).