A Philippe le tomo unos tres meses para organizarse y analizar cada detalle en particular, entre ellos el poder abrir las puertas de las entradas ya que era una sola llave la que las abría todas pero disimuladamente obtuvo el número y busco ayuda de un amigo cerrajero. Igualmente su amigo equilibrista (Rudy Omankhowsky “Papa”) lo aconsejo sobre la manera de asegurar bien el cable. Y un joven matemático (Jean-Francois Heckel) también brindo su apoyo.

Philippe hizo todo lo necesario para poder emprender esa aventura, cabe destacar que al principio a algunos amigos le parecía un poco loco e imposible pero finalmente fueron sumergidos en esa idea descabellada donde al final todos se unieron, pues formaban el equipo perfecto. 

En el momento en que Philippe comienza a caminar sobre los cables nadie lo había apreciado a excepción de sus amigos y uno que otro turista sorprendido y es así como la gente empieza a preguntarse qué pasaba y se quedaban estupefactos, llegaron decenas de personas, todos comenzaron a acercarse, periodistas y helicópteros de los noticieros, policías, bomberos con sogas y redes, ambulancias, sin poder hacer nada más que mirar. Había gente en los tejados, ventanas, en los puentes que atravesaban el East River.

Ese día el viento era demasiado fuerte por lo que se tambaleo en varias oportunidades, sin embargo no fue solo una sino cuatro travesías de ida y vuelta entre las dos inmensas torres, incluyendo unos minutos de rodillas en el cable y unos instantes acostado sobre él. Al cabo de unos cuantos minutos por fin decide poner fin a su aventura y se acercó al extremo sur, para saltar inadvertidamente donde los agentes de policías lo estaban esperando y abajo la multitud lo aplaudían con euforia. Las autoridades lo arrestan pero no sin sentir admiración por la proeza de este delgado y rubio personaje. Philippe estaba inmerso en su éxtasis por haberse podido consagrar como LE FUNAMBULE, el funámbulo.