De las 300 islas que visité el año pasado, fue isla Pecera la que más me sorprendió. Hablando con los lugareños, me enteré que toda su vida habían tomado agua de mar en lugar de agua potable. Que no era otra, sino esta la razón por la cual sus cuerpos exhibían escamas, y a veces hasta agallas.

También me percaté que ninguno de los barcos de la isla estaban en el agua. Por el contrario, siempre descansaban como estatuas bronceadas cerca de playas caracoleadas. Su función no parecía ser traer pescas triunfales, sino servir como meras piezas ornamentales.

Pregunté a los isleños al respecto y me mandaron a hablar con “Limoso”. Visité la casita del sujeto. Lo vi sentado de espalda y vi su cabello verde… limoso. No perdí tiempo y pregunté:

—¿Por qué tantas escamas y barcos tan intactos aquí?

Porque todos somos peces—sonrió con su cara de atún.

¡Gracias por leer!

Los invito a participar en este concurso de microrrelatos. Anímense, aun tienen oportunidad de escribir historias que nos sorprendan.