Tu opinión Importa/Semana #8/Tema de la semana/Padres de niños con autismo/Por @gemamedina

Hace unos cuantos años atrás tuve como vecinos a Raiza, madre de Lorena y de Rubén. Ella vivía sola con sus hijos ya que se había separado de su marido. Alquilaba un anexo de unos amigos míos en el pueblo del Junquito. Le había tocado ir a vivir al campo porque para ella era menos costoso un alquiler en el campo que en la ciudad, según lo que ella misma relataba.

_{Foto Niños jugando @gemamedina}

Yo tenía a mi hijo de la misma edad que Lorena, por lo que ellos siempre estaban juntos y les gustaba mucho compartir los videojuegos. Así que era normal que en las tardes Lorena nos visitara un rato y así pasaban el tiempo entretenidos.

Poco a poco, nos fuimos haciendo más cercanos. Empezamos a conocernos mejor y entre Raiza y yo surgió una amistad muy bonita en la que compartíamos recetas de cocina, hablabamos de temas relacionados con los hijos y salíamos a hacer mercado juntas.

En esas tardes en las que nuestros pequeños hijos jugaban en mi casa, yo comencé a notar que Lorena era una niña muy inteligente, hábil con el control de los aparatos de videojuegos, pero además también era un poco tímida, le costaba socializar y nunca hacía contacto visual cuando me dirigía a ella. Ella solo quería jugar con mi hijo, hasta que se cansaba, se paraba de la silla y se iba. Como las casas eran contiguas yo la acompañaba hasta la suya para asegurarme de que llegara bien a su hogar.

Al poco tiempo, Raiza me comentó que su hija era una niña con la condición de autismo y que por esa razón ella no se comunicaba muy bien con las personas y se ensimismaba en su mundo interior. Allí yo me empecé a interesar en el tema y con Raiza comenzamos a buscar información acerca de qué era el autismo, cómo debía ser la educación para estos niños y cómo debía tratárseles en casa. Nos comenzó a llegar mucha información al respeto.

Un buen día Raiza se acercó a mí con una gran emoción. Había llevado a su hija a una consulta con una psicopedagoga, especialista en niños con esta condición y le había dicho que para esos momentos las investigaciones sobre el autismo habían experimentado muchos avances ya que la ciencia se estaba encargando de hacer estudios, entre otras cosas, sobre cómo debía ser la alimentación de los chicos autistas.

Me refirió lo que había aprendido en la consulta con la especialista: "Los alimentos que más les gustan a las personas con la condición de autistas son los que más daño les ocasionan".

Nos activamos. Entre las dos elaboramos una lista de los alimentos que Lorena sí podía comer, eliminando aquellos que no. De allí que descartamos todo lo que contenía gluten, así como algunos cereales que no son recomendables. También supimos que las personas con esta condición no deben consumir alimentos en cuya composición se encuentren el trigo, la avena, la cebada, el centeno, harinas, féculas, almidones, sémola. Nos centramos en hacer que ella disfrutara de los alimentos recomendados como la carne, los huevos sin yema, el pescado, aceite de oliva, y los productos elaborados con harina de maíz, de papa, de arroz, entre muchas cosas más.

Esta experiencia fue muy positiva para mí. Aunque yo no era la madre de Lorena me sentí muy comprometida con su condición, porque veía que tenía grandes potencialidades que sabía que en algún momento no muy lejano ella comenzaría a desarrollar, si seguía la dieta como era y con todos los cuidados que ya se le estaban proporciando con respecto a su salud. Con el tiempo ambas familias nos fuimos separando. No supe más de Raiza y de su familia. Supe luego que se fueron a vivir al extranjero y estoy segura de que Lorena, en cualquier rincón del planeta en el que esté, debe ser una gran persona.

Invito a participar en esta edición a @almacaridad y a @natanael15. Aquí dejo el Enlace

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