Día de campo

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Los pájaros cantan al día perfecto. Los padres juguetean en la hierba, compartiendo comida y vino. El niño persigue a los pájaros que se acercan y vuelan al escuchar sus pasos. 

Un pájaro salta con el ala rota y el niño pequeño corre tras él. Es un bonito pájaro, brillante en la distancia. Miguel lo quiere de mascota. 

Corre, mientras el pájaro huye hacia el lago. En el camino, un perro apestado los mira pasar con orejas levantadas. Cuervos observan desde el aire. El pájaro herido avanza, Miguel lo sigue y el perro con sus moscas cierra la marcha. 

Entre juncos e insectos a orillas del lago, un zorro de pelaje enfangado se despereza sin razón aparente, mira alrededor, contempla la escena, acecha. 

Los padres dormitan despreocupados. Miguel continúa su persecución, indiferente a la atención que genera. El perro está más cerca, el zorro abandona el juncal y se muestra. 

El pajarillo llega a orillas del lago, saltando incapaz de alzar el vuelo; Miguel lo ha acorralado. Alza las manitas y las retira asqueado cuando nota que no son brillantes plumas las que cubren el cuerpo del pájaro.  

Asustado ante lo que no comprende, gira en redondo para emprender la huida y se ve de espaldas al lago, enfrentado a un zorro y un perro cubiertos del mismo fango elemental que el pájaro.  

Silencio, rumor de moscas, burbujeo. Del lago a sus espaldas, brota un indescriptible tentáculo, lo toma del cuello, un tirón, un chapuzón. Los padres aún duermen arrullados por el rumor de las moscas.  

Si quieres participar en este concurso, acá encontrarás las bases.