La espléndida belleza abrasiva de Dreamarcher

Pintar el exuberante cuerpo de una mujer que ha sido asesinada o una muy lograda escultura de un niño africano obligado a convertirse en guerrillero pueden presentarse como una hermosura sórdida, en que admiras la capacidad técnica del artista asombrado por lo fuerte de las imágenes. Así es el shoegaze-postmetal-sludge de Dreamarcher, una banda noruega oriunda de Hardanger, que escribe un EP -de tan sólo tres canciones- en honor al gentilicio de sus habitantes, Harding, que además es la palabra que en inglés se refiere a endurecerse.

Y así es su música, que recuerda a los microuniversos extravagentes que chocan entre sí de The Mars Volta, el metalcore ruidoso y primigenio de Converge y la luminosa suciedad del Sunbather de Deafhaven, si haces caso de lo que dice su Bandcamp acerca de sus influencias, pero también puedes encontrar trazos del Zeitgeist de The Smashing Pumpkins y The Resistance de Muse e incluso sonidos y vocales de The Verve. No es sólo traspasar géneros de un minuto a otro, sino pasar de lo angelical a lo sucio a través de un puente de hielo corriendo como niños.

Su primer tema, Dalen, de sólo 2 minutos 42 segundos, inicia con un riff melódico de guitarra que puede confundir con una banda de rock alternativo, para dar paso a un sucio black metal con gritos que evoluciona a un intermedio con voces líricas casi pop y reinicia el ciclo. Entra de nuevo el riff melódico y allí van variando en distintas capas hasta terminar con un tremolo picking que varía entre el noise y el hardcore, con lindas melodías en el fondo que muestran esa espléndida belleza abrasiva de atmósferas dulces y melancólicas que se intercambian con furiosas descargas.

El segundo, Aske, lo que recuerda a la banda seminal Burzum, hecha mano del doom y el rock progresivo, extendiéndose por más de 7 minutos, en las que de nuevo la paleta sónica de estos nórdicos pasa del blanco brillante al ocre desértico, de vocales tranquilas y casi folk, a la perversión del noise.

Cierran con Omuta, de más de 8 minutos, en la que se une la psicodelia con los violines, un signo de rebeldía en un su pueblo, y el piano con elucubraciones del postmetal, el sludge y los coros grupales que son una caricia dentro de una batalla entre sombras caníbales, todo sonando al mismo tiempo.

Lo que más me agrada es que esta banda no es una venganza ni un revival, sino es una presentación de hermosas melodías hecha con instrumentos de guerra, son como las trompetas del apocalipsis sopladas con las tiernas caras de una orquesta infantil, es presentarse como artistas que buscan lo bello con forma de incendio, como un abrazo de amor que te parte las costillas para salvarte la vida.

Escúchalo aquí
https://dreamarcher.bandcamp.com/album/harding