Me ha tocado engrosar las estadísticas de los emigrantes venezolanos. Me fui de mi país, no pude evitarlo, dispuesta a emprender en otras tierras los grandes proyectos que no pude culminar en Venezuela por falta de servicios básicos. Y aquí estoy, en el sur, llena de ideas y de ganas de trabajar.

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¿Qué necesité para emigrar?

1. DISPOSICIÓN. Superar el miedo a lo desconocido y aceptar el desprendimiento. Pasé dos años decidiéndome, perdiendo oportunidades por no querer “dejar atrás” mis antiguos logros y a mis seres queridos, mi rutina y mis metas, pero hay que mirar siempre adelante, comprender que el cambio exige sacrificios y que los éxitos pasados se engrandecen con las nuevas perspectivas del futuro. Que lo que se deja no se pierde, sino que se mantiene aumentando su valor. Que la separación no hace que se quiera menos, sino al contrario, ayudar desde la distancia es un gran acto de amor. En ocasiones se hace más estando lejos y asegurando recursos económicos, que estando cerca cargando penas y angustias, sin medios para aligerar el peso. Por eso no hay que limitarse, es necesario liberarse.

2. DINERO. No solo para cubrir los gastos del pasaje, es indispensable pensar en el gasto de alquiler de una pieza donde quedarse al llegar a tu destino, así como para cubrir los gastos de comida por al menos, un mes, y los del transporte interno. También para iniciar trámites que te permitan estar en regla, e incluso, para alguna emergencia médica mientras te estableces y encuentras una fuente de ingreso.

3. UN PLAN DE ACCIÓN (y un plan B y C como medida preventiva en caso de que el primero falle o no sea suficiente). Considero que en parte, a las personas que conozco y han tenido que regresar al país porque no les fue bien en los lugares que eligieron como destino, les ocurrió eso por no contar con un plan de acción acorde a su situación. Dicho plan está íntimamente ligado a los dos puntos anteriores: Disposición y dinero. Hay que entender que vas a otro país que difiere totalmente del actual, a pesar de que allí se hable el mismo idioma. No solo es diferente la cultura, el clima también lo es, así como el sabor de los alimentos, la manera de comportarse de los ciudadanos, las leyes y costumbres, e inclusive, existe diferencia horaria. Se deben considerar todos esos factores antes de marcharse.

Yo elegí un destino donde tenía conocidos que pudieron asesorarme sobre el tipo de ropa y calzado que debía llevar de acuerdo al clima, el dinero aproximado que se gastaba en alquileres al mes, al igual que en comida y gastos extras como medicinas o paseos a sitios turísticos cercanos (no todo es trabajo, también debe haber algo de esparcimiento). Averigüé sobre el tipo de colegios que había para los niños y qué documentación pedían para la inscripción, así como lo necesario para solicitar visas permanentes y para la búsqueda de empleos acordes a mis talentos.

En base a eso preparé un presupuesto que cubriera unos tres meses de manutención. Si no llegaba a encontrar trabajo, no la pasaría mal durante esa temporada. Investigué sobre la zona y las ofertas de empleos que ofrecía, así como las posibilidades de emprendimiento. De esa manera, si no lograba hallar un trabajo acorde, podía hacer algo de dinero de forma independiente. Si ambas opciones fallaban, me sería posible sobrevivir un tiempo antes de tomar la decisión radical de regresar.

Es posible que al tocar tierra extranjera y conocer de primera mano el lugar donde te residenciarás cambiará totalmente tu plan de acción, pero salir con uno ya preparado te da seguridad y te llena de ánimos, elimina en un 80% los miedos y las incertidumbres y eso te ayuda a que todo te salga mucho mejor. Créeme.

Prepararte no cuesta nada y no afecta tu futuro, solo te aporta más energía para seguir adelante. Comenzar de nuevo no es tarea fácil, pero tampoco imposible, solo hay que tener mente positiva y disfrutar cada momento. Es una aventura que no se olvidará nunca y significará la base de tu éxito. Hazlo con amor y emoción y verás que cada segundo será exquisito, sin traumas.

Atrévete, da el primer paso con pie firme y comparte tus experiencias con otros lectores, amigos y familiares. La dicha compartida es más divertida y podría ayudar a otros.

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