Tal vez te pasó alguna vez

in #cervantes7 years ago (edited)

Aquella tarde te esperaba ansioso en aquel café que frecuentábamos cada semana, algunas veces coincidíamos los jueves, otras veces los viernes, pero algo decía que ese lunes sería diferente.

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Cruzando la avenida, luego de aquellos inquietos apamates y ceibas que movían sus ramas en una sincronizada danza, se encontraba el café literario donde se reunía cada tarde un increíble grupo de poetas y escritores, de ambos sexos, y realizaban lecturas de sus obras, intercambiando ideas, agradando a visitantes y propios, sin permiso previo, era cultura y eso les abría la puerta, eran tiempos ávidos de gente que vibrara en otros niveles de emociones.

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Los dueños del café, eventualmente les obsequiaban algún entremes, ya que venía mucho público a disfrutar de ese momento y sus ventas aumentaban en cada reunión, ya se había corrido la voz del sitio y muchos escritores se acercaban a intercambiar sus obras, incluso desde sitios más lejanos.

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Solía sentarse del otro lado de la entrada, en un rincón en el que la mesa tenía un pequeño candelabro, colocaba su libreta de versos y escribía mientras degustaba algún postre con su café. Su boína caía de medio lado, sus cabellos largos y unas manos delicadas, me contaban de su sensibilidad. Algunas veces llegaba con una pequeña flor, los días lluviosos un paraguas largo le daba ese toque encantador, siempre cautivando las miradas a su alrededor.

Yo acostumbraba tomar notas de algunos versos que ella me inspiraba, que aquel sitio acogedor me llevaba a escribir, el ambiente embrujaba mi bolígrafo y creabaa historias de amores imposibles, de soledades errantes y de encuentros furtivos. Algunas veces sólo me dedicaba a observar y escuchar, aplaudiendo cada alocución mientras terminaba mi café extrañando su presencia.

Una tarde al salir del café, la vi sentada en un banco de una plaza cercana, nunca habíamos conversado, sólo intercambiábamos sonrisas y miradas mientras aplaudíamos a los poetas y escritores. La saludé y levantó un poco su mano en gesto de saludo, no me había dado cuenta que dos pasos más adelante estaba un hombre de espaldas a ella, con actitud molesta, entonces entendí que ella estaba triste, volteé un par de ocasiones más adelante, para cerciorarme que todo estaría "bien" entre ellos. Noté que él se alejó y ella se quedó sentada cubriendo su rostro. No sabía si era buena idea, me detuve por un momento, tomé una bocanada de aire y regresé hacia ella.

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Fuente

Me senté a su lado y sin preguntarle que le ocurría saqué mi libreta de versos, comencé a leer varios, algunos tenían ese humor vivencial típico de las conversaciones de los ancianos en las plazas, con palabras jocosas que sólo ellos en su larga trayectoria de vida conocían. Siempre me gustó conversar con los viejitos de plaza, hay mucha riqueza cultural en ellos. Al principio, ella me miró como asombrada por mi atrevimiento, aún éramos desconocidos el uno para el otro. Sin embargo, al escuchar aquellos cuentos, sonreía de a ratos y se sonrojaba de otros. Le mostré algunos dibujos de esos viejitos echando cuentos en la plaza de un pueblo que visité meses atrás, ese día me detallé en el ambiente, en la gente a mi alrededor, mi bolígrafo se portó bien y reflejó lo que quería.

Me comentó que dibujaba muy bien y que los viejitos y sus ocurrencias eran sus preferidos, comenzó a contarme sus andanzas de plaza, con su cámara y una libreta, haciendo de reportera cultural solo por hobby. Sacó su libreta y comenzamos una tertulia increíble, sus ojos brillaban mientras se contaba, mis oídos se alegraban con cada palabra, su tristeza se olvidaba, mi emoción se hacía presente, la tarde se despedía lentamente.

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[Fuente] (https://www.freepik.es/foto-gratis/pareja-de-la-mano-caminando_856900.htm)

Luego de un ameno rato y su cambio de emociones, decidí que era tiempo de continuar mi camino, me levanté del banco y le tendí la mano para ayudarla a incorporarse, me miró y sonriente la aceptó y mientras caminábamos sin aún soltarnos, me miró nuevamente y me dijo su nombre, me dio las gracias y sonrió mirando hacia adelante. La emoción era intensa en mis adentros, no me esperaba que continuara caminando sin soltar mi mano. Le dije mi nombre y le di las gracias, mirando sonriente hacia el camino, unos pasos más adelante hablamos al mismo tiempo y sonreímos, había complicidad, ilusiones, curiosidad, tal vez hasta picardía.

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La tarde siguiente, nos encontramos una vez más, esta vez en la misma mesa, y mientras los poetas deleitaban al público, nosotros comenzamos a construir una nueva historia, con sabor a café, con sentir literario, con emociones encontradas, entre miradas sobre un lienzo, acompañadas de los versos de un poeta, una escritora convertida en musa y un atardecer que celebraba aquel encuentro.

Fotografías de mi Propiedad y Autoría
Imagen con su fuente.

José Rafael Rivero ® 2018
@jrafaelrivero

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Las mejores historias suelen tener café de por medio :)

Así es jejeje, Saudos! : )

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Que hermosa historia de amor café literario y vida de encuentros inolvidables amigo. "Me comentó que dibujaba muy bien y que los viejitos y sus ocurrencias eran sus preferidos, comenzó a contarme sus andanzas de plaza, con su cámara y una libreta, haciendo de reportera cultural solo por hobby." hermosa anecdota .