Les confieso que llevo semanas leyendo sobre el Kintsugi y es que hice un trabajo importante sobre este arte que llegó a convertirse en filosofía, a decir verdad quedé enamorada de esta práctica, es por eso que he venido a traerles todo lo que aprendí sobre ello y en especial mi punto de vista acerca del tema. Así que pónganse cómodos y comencemos con esta aventura informativa.

Cuenta la antigua historia que emperador de Japón en el siglo XIV, Shogun Yoshimasa, poseía una serie de tazones guardados. Tazones que habían pertenecido a su familia durante mucho tiempo. Esos tazones estaban rotos, pero en su afán de no desecharlos gracias al gran valor sentimental que tenían, mandó a buscar a los mejores artesanos de Japón para que los repararan… sin embargo, la reparación no le gustó, carecían de eso que los hacía valiosos; así que siguió buscando quién reparara sus tazones de té.

Tras mucho buscar, encontró a unos artesanos ancianos, que no prometieron hacer milagros… solo hacía lo que ellos sabían hacer. El resultado fue único, ya que se dejaba ver a los tazones con sus grietas originales pero rellenas con resina dorada. Al emperador le encantó el trabajo, porque tenía impresa la historia de su familia, cada grieta contaba una historia que merecía ser recordada. A partir de allí esta técnica fue considerada una obra de arte que permitía convertir los objetos viejos en verdaderas reliquias.

Con los años esta práctica se convirtió en una manera de llevar la vida, extrapolando el significado de reparar tazones viejos a nuestra vida… sí, se trata de encontrar la belleza más pura en las cicatrices, tanto en los objetos como en nuestra vida. Se trata de entender que aunque haya contratiempos, desilusiones o errores, hay que sobreponerse ante las situaciones adversas de la vida y reparar aquello que está dañado, haciéndolo con aceptación y orgullo.

Ciertamente en occidente no es muy común guardar aquello que se rompe… por el contrario, lo desechamos, sin embargo en la cultura asiática un objeto puede permanecer durante años en una familia mostrando a simple vista sus hermosas cicatrices. En Japón las cicatrices te hacen más valioso, tanto a los objetos (porque se les agrega oro) como a los seres humanos, ya que las cicatrices te hacen de algún modo más humano, demuestran que estuviste mal, pero que pudiste salir adelante a pesar de las adversidades.

La filosofía del Kintsugi promueve que todo ser humano puede ser reparado aunque sus heridas sean muy profundas… no obstante, uno de los lemas es que debe «los seres humanos deben romperse por completo» esto significa que debes entregarte al dolor y aceptarlo para poder superarlo. Para los japoneses todos los objetos y seres humanos merecen respeto por el hecho de mostrar sus heridas, de alguna forma lo hace un poco «sagrados».

La práctica de Kintsugi actualmente está revolucionando la una rama de las terapias psicológicas, puesto que está indicada como terapia para personas que sufren de depresión o ansiedad y esta técnica ha dado grandes resultados con respecto a la mejoría de los pacientes. El hecho de hacer Kintsugi en cerámica requiere de paciencia, creatividad y concentración, lo que ayuda progresivamente a los pacientes, además de darle a los pacientes la esperanza de que así como ellos reparan la cerámica pueden reparar sus vidas… la esperanza de que nada es tan malo como parece y que absolutamente todo en esta vida tiene solución.

La filosofía kintsugi plantea vivir más simple, dejándonos de enfocar en cosas banales, haciendo a un lado el hecho de perseguir la perfección. Dándole un valor precioso a las imperfecciones tanto de los objetos como de la vida. Todos en este mundo tenemos particularidades y sobre todo tenemos derecho a una segunda oportunidad.

Siento como si llevara mucho tiempo buscando esta filosofía, sin saber que la buscaba. El punto está en que la encontré y me parece maravillosa, porque hay un montón de metáforas que intentan encajar en esta vida, pero creo que no existe otra tan perfecta como ésta, porque de algún modo todos estamos rotos, porque el mundo es mundo y agrietarnos (o rompernos) forma parte del crecimiento. Pero precisamente es allí donde comienza a florecer nuestro oro interior, por medie de nuestras grietas, esas grietas son la muestra de todo lo que somos capaces de hacer. La cicatriz es lo que nos recuerda que fuimos capaces de enfrentarnos al mundo, y que aunque nos quedó una marca pudimos vencer. Esa victoria es parte de nuestra historia y merecemos mostrarla… el kintsugi es una filosofía hermosa, que nos da a entender la belleza y el valor de nuestra experiencia.

En el kintsugi el objeto roto pasa por una enriquecedora transformación, pasa de ser un objeto roto a una reliquia, es una metáfora invaluable que nos permite ver cómo la oscuridad de nuestras heridas puede pasar a ser el lado más luminoso de nuestra vida. El kintsugi es un manifiesto silencioso, el cual solo necesitamos admirar y sentir.

Queridos lectores, espero que este post les haya gustado… no se imaginan la satisfacción que he sentido al escribirlo, de verdad me encantó llenarme de este tipo de conocimiento, me gustaría en un futuro no muy lejano comenzar a practicar esta técnica y bueno la adoptaré como parte de mi vida, ya que al fin y al cabo eso es lo que necesitamos en la vida, enriquecerla con filosofías que realmente nos apasionen, en las que creamos y nos hagan sentir bien.

Saben de antemano que sus comentarios, criticas o sugerencias siempre son bienvenidos.