MISIVA A NALEIZA

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Muñequita de azúcar morena, Dios te bendiga. Al fin el milagro ha ocurrido, aunque mi locura se mantiene intacta, asumo que he madurado!

SÍ, aunque te parezca un chiste

Esta mujer que te trajo al mundo, que pasaba las noches inquieta, angustiada, temerosa. Despertando por el simple sonido del viento mover las cortinas o por el chirrido de una puerta falta de aceite en sus bisagras.

Esta que veía fantasmas en su calenturienta mente.

Hoy desperté relajada, antes de levantarme le tomé fotos a mis chiquitas (gata y perrita) compañeras que duermen como hermanitas en su cuna junto a mi cama.

Me paré, la urgencia a devolver los líquidos sobrantes de mi cuerpo era imperiosa.

Lavé mis manos, me dirigí a la cocina, monté el agua para el café. Saqué a Misha y a Perlanegra.

Fui a cepillarme, mientras daba tiempo que hirviera el agua con azúcar. Calenté la comida de Sparky y Rabito(compañeros guardianes, luces en la oscuridad nocturna).

Hice asada una arepa, la rellené con aguacate, queso blanco rallado y un sobrino (sobras) de hígado de res picadito con cebolla y ají que me había quedado del día anterior. Batí una cucharada de leche en polvo al café, con una pizca de sal, ¿Sabes? Eso realza el sabor y evita los cólicos, bueno eso lo decía mi abuela Pipina, lo serví en la taza que me regalaste, hecha de arcilla.

Acomodé el mantel, coloqué los cubiertos y la servilleta y comodamente me senté en la silla azul y beige de costumbre.
En ese momento me percaté de todos los silencios.

La calle estaba desierta, los perros de la casa tenían la barriga llena y no tenían a quien ladrarle aunque la mayoría de las veces lo hacen por distracción. Solo se escuchaba dentro de la casa el ruido del ventilador, a lo lejos se oía muy difuso la música de la radio de un vecino. Comí lento, disfrutando cada bocado, al terminar me quedé allí sentada, dejando trascurrir el tiempo.

Sin afán, sin angustia. Disfrutando a plenitud este momento conmigo a solas.