¡Hola a todos amigos! El sábado tuve la oportunidad de disfrutar la lluvia de estrella que ocurrió este fin de semana.

Los días 11, 12 y 13 de este mes, pudo verse a las Perseidas o mejor conocidas como lágrimas de San Lorenzo y yo en lo personal no quise perdermelas así que acá les compartiré las fotos que pude captar y contarles mi experiencia al verlas.

¡Vamos allá!

A pesar de que vivo en medio de la ciudad, no puedo quejarme de la vista al cielo que tengo, puesto que desde mi ventana a pesar de que tengo edificios, puedo ver las estrellas en la noche. Incluso disfrutar de la presencia de planetas o la luna llena.

Sin embargo, quería disfrutar de las Perseidas sin tantos edificios ni tanta luz de por medio, así que decidí subir a la azotea de mi edificio a la media noche y poder apreciar este espectáculo de la mejor manera que pude.

Y así fue...

Sin embargo, antes de que ocurriera todo, el atardecer estuvo espectacular. Era como si anunciara que al caer la noche, un evento cósmico daría lugar en los cielos.

Da la sensación de que el astro rey, nuestro Sol, se escondiera detrás de un edificio en la esquina inferior derecha. Aunque en realidad, solo se trata de un montón de nubes que dieron ese efecto óptico.

El cielo... es el mejor artista. Siempre lo diré.

Llegó la media noche

Dieron las 12, yo miraba a cada momento el cielo con la esperanza de que no se nublara, ya que las nubes siempre suelen jugar pesado cuando se trata de lluvia de estrellas o por lo menos me han arruinado algunas cuantas, jaja.

Pero no, el cielo estaba totalmente despejado y las sensaciones eran buenas. Fue así que me dispuse a subir hasta la azotea del edificio y tras cruzar la puerta y encontrarme en ese espacio abierto... subir la mirada ante un cielo despejado y fue un deleite para mis ojos.

Era fantástico lo que veía, la ciudad de fondo y arriba, un cielo repleto de estrellas, muchos puntos regados por todas pares, miles de estrellas distantes dispersas por ese manto oscuro.

Claramente estaba emocionado por lo que veía. Una sonrisa se me dibujó en la cara de forma automática.

Ahí me encontraba, bajo una pequeña parte del universo. Embelesado por aquello que veía.

Incluso, el planeta rojo Marte, (del cual hubo noticias importantes hace no mucho) se encontraba presente para esta cita cósmica con su característico brillo rojizo.

Esto no podía ser más perfecto... el cielo estaba de gala esa madrugada.

Usé mi teléfono celular para guiarme. Tengo una aplicación llamada Mapa Estelar, que sirve para identificar astros en el cielo. (Les recomiendo bajarla)

La lluvia de estrellas provenía de la constelación Perseo así que debía mirar para allá.

Desde mi perspectiva, se encontraba hacia el norte y cuando por fin pude localizarla, no tardé mucho en ver el primer destello surcando el cielo.

Les juro que me quedé como 20 minutos contemplando el espectáculo en silencio. Veía como pasaban una tras otra, algunas más pálidas otras un poco más brillantes. Incluso recuerdo haber visto una que dejó un tenue resplandor verde en pocos instantes antes de desaparecer.

Aquello era un deleite visual para mi. Poder apreciar la ciudad y al mismo tiempo las estrellas, no tenía precio. Claro, también estaba tomando fotos, las cuales son estas que les comparto ahora.

Mi mirada se perdía entre miles de millones de puntos y bajo un ir y venir de tenues viajeras cósmicas.

El universo esa madrugada, se estaba luciendo.

Estuve como 2 horas aproximadamente, hacía bastante frío aunque estaba preparado para eso. Yo parecía un niño emocionado mirando al cielo, cazando estrellas fugaces.

Además de que como no, surgían las inevitables preguntas que nos hacemos cuando tenemos delante a la inmensidad del cosmos. Me sentía especial con cada estrella fugaz que veía pasar, puesto que ese diminuto grano de arena jamás volvería, puesto que se desintegran al entrar en la Tierra.

Además, poder ver al planeta Marte, fue muy interesante puesto que me hizo pensar sobre si la vida ahí sería posible algún día y personalmente yo pienso que Marte marcará el inicio de la expansión de la vida por el universo.

Yo aquí en los post, anteriormente he compartido artículos donde simulamos que viajamos por el universo a distantes estrellas e intentamos conocerlas. Así me sentí esa noche. En un viaje mental por el cosmos a medida que veía las estrellas fugaces pasar.

Una ciudad que duerme

Por otro lado, teníamos a una ciudad que dormía. Sus luces artificiales no se apagaban y lamentablemente apocaban la visión de quien intentara mirar a los cielos. Esa ciudad dormía bajo sus luces artificiales.

Pero...

También era más que interesante mirar a la ciudad dormir.

Que diferente son las cosas al caer la noche. De un caos durante el día, pasa a ser una mansa ciudad que duerme y que apenas se distinguen ruidos.

El cielo nos regalaba un mar de estrellas. Algunas viajaban por el firmamento a grandes velocidades y otras, estáticas y muy distantes.

Y abajo, una ciudad que dormía, quizás ignorante de que lo que en las alturas sucedía.

Disfruté como un niño. Me sentía muy diminuto en comparación al universo que veía, pero al mismo tiempo me sentía magnifico por que se que cada átomo, cada partícula que compone mi ser, proviene de esas estrellas que tanto me gusta mirar por las noches.

Fue una experiencia, que solo me hizo recordar esta fascinación que tengo por el cosmos.

Alza tu vista y mira a las estrellas. Deja que tu mente se pierda en ese manto infinito de puntos brillantes.

Y es que al final de cuentas amigos, somos uno con el universo. Pertenecemos a un todo.

Look the stars, my friend!

¡Nos veremos en el siguiente post, amigos!

¡Agradecido con su tiempo por leerme!

-Lxs