Felicia no era la típica chica con buenas calificaciones en el colegio, ya cursaba el último año de bachillerato y de verdad en lo menos que quería poner su atención era en sus notas.

Una delgada figura color crema y una melena abundante de cabellos rizados color castaño.

Ese mismo castaño adornaba las pecas en su rostro que parecían una salpicadura de pintura casi a propósito.
Era toda una niña muy exótica y que con su personalidad tan extravagante hacia que cualquiera volteara a verla por donde pasaba. Pero Felicia no pensaba en eso, su atención estaba puesta en pasarla bien con sus amigas.
Un día en el colegio llega un chico de intercambio y había mucho alboroto por el suceso, a lo que Felicia solo pone cara de fastidio y voltea los ojos dejándole saber a sus amigas que no le interesaba en absoluto el curiosear sobre ese personaje.
Al rato que sus amigas investigan y hablan entre sí sobre lo sucedido Felicia se distrae de esa conversación nefasta leyendo una novela que ya estaba a punto de terminar y cada vez se ponía más y más interesante.

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Cuando está en ese punto de éxtasis por la trama se topa con la sorpresa de que los protagonistas de su novela mueren bruscamente y allí termina aquella historia que con tanta pasión leyó por un buen tiempo.
Felicia del enojo tan grande que tenia se puso toda roja y solo pudo gritar “NOOOOOO” mientras cerraba la novela fuertemente con una sola mano.
Sus amigas quedaron intrigadas por la reacción de Felicia y a los

pocos segundos se dieron cuenta que su reacción no había sido por lo que ellas comentaban del chico nuevo si no por “sus estúpidas novelas”. Una de sus amigas le dice en tono burlesco:

-Ya sé por qué no tienes novio, te la pasas todo el día sumergida en ese mundo de fantasías de tus novelas tontas y no prestas atención a la cantidad de galanes que tienes detrás.

Felicia ni se molestó en contestarle, ya que seguía con una inmensa ira por la novela y solo recogió sus cosas y se fue a su salón de clases a esperar a poder salir del colegio rápido. Mientras las horas pasaban solo por su cabeza pasaba el porqué de la muerte de sus personajes favoritos. Al fin suena la campana para salir de clases y pronto es recogida por sus padres al colegio y la llevan a casa, donde subió rápido a ducharse y cambiarse para salir de nuevo. Cogió su bicicleta y manejo muy veloz hacia la librería más cercana, necesitaba a como dé lugar leer la segunda parte de esa novela y comienza a buscar entre aquella gran hilera de libros y solo quedaba una edición de tan preciada segunda parte, en lo que va a coger la novela su mano coincide con la de otra persona y ambos terminan tomando al mismo tiempo la aquella preciada novela mientras sus manos también coinciden en aquella casualidad. Felicia siente una rara sensación que jamás había sentido,

como unas cosquillas que iban subiendo por su estómago hasta llegar a su garganta por un instante se sintió congelada en el tiempo mientras observaba aquella mano. De pronto escucha que le hablan mas no entiende qué es lo que le dicen y solo asienta con la cabeza, cuando vuelve la mirada para saber quién es el dueño de esa mano un susto invadió su pecho ya que era un chico hermoso y bastante simpático ya que solo se sonrió y le dijo:

-Si estas de verdad interesada en leer la segunda parte te sedo la novela para que la compres, yo puedo esperar una semana más para que traigan más ejemplares.

Felicia se quedó muda, no sabía que decir, era la primera vez que un chico la intimidaba de esa manera. Aquel joven, solo respondió al silencio de Felicia con un:

-Ok, si quieres lo compro yo, pero nos turnamos para leerlo, te parece.

Felicia seguía sin habla, solo acertó con la cabeza y dejo que el chico misterioso comprara la novela. Cuando iban en la salida Felicia recupera el valor y le dice:

-Disculpa ¿quién eres?

A lo que él responde:

-Oh si tienes voz, por un momento pensé que te tenía que hablar con lenguaje de señas. Pues me llamo Luis.

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Felicia no sale de su asombro de como Luis le saca una sonrisa con tanta facilidad, a lo que le pregunta si lo de compartir la novela es verdad y le pregunta su dirección.
Para su sorpresa él le dice que se acaba de mudar y su casa es a unas pocas calles de la de ella por lo que podía ir y venir con facilidad, era como un grupo de lectura, pero de dos personas solamente. Además, no pasó mucho cuando Felicia se dio cuenta que Luis era el chico nuevo al que tanto ignoró.

Pasaron los días y Luis invitaba a diario a Felicia a su casa y ella cada vez estaba sintiendo cosas más y más fuertes por el por lo que un día decide confesarle eso tan raro que estaba sintiendo.
Felicia se puso su vestido de flores preferido, un perfume divino y su cara más sonriente y se dispuso a ir a la casa de Luis a contarle todo ya que él también había organizado una cena para también decirle algo.
Llegó el momento oportuno y Felicia con sus manos sudando de los nervios le dice:

-Luis, creo que me gustas.

El chico no lo podía creer, y su reacción solo fue reírse a carcajadas y entre risas decirle:

-No puede ser ¿no te habías dado cuenta?

-¿No me había dado cuenta de qué? - responde Felicia

-De que soy gay, me acerqué a ti porque me pareciste una niña hermosa y te admiro muchísimo pero jamás fue por atracción física.

Felicia no lo podía creer y salió corriendo de aquella casa llorando. No le respondió las llamadas a Luis y lo ignoró por completo en el colegio. Un día en el buzón de correo de Felicia llega un paquete, era la tercera parte de aquella novela, y con ella vino una carta que decía:

“Querida Felicia ya no sé de qué manera pedirte perdón, siento mucho haber confundido tus sentimientos, pero quiero que sepas que mi amistad siempre fue verdadera y sincera. Te aprecio demasiado como amiga y me siento muy solo sin tu compañía.
Espero que pronto tus heridas sanen y puedas invitarme a leer esta tercera parte de esa novela que nos hizo que nos conociéramos”.

Dos semanas después Luis recibe una carta y la misma dice:

“Estimado Sr.Luis, esta cordialmente invitado al club de lectura en mi casa después del colegio a partir de mañana.
Mi mamá hará galletas así que no olvides la leche”.

FUENTE

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