Diariamente caminaba por el bulevar, solo dejaba de estar por allí los días lluviosos porque sabía que nadie estaría por las calles de la ciudad. No por ella, porque si era por ella trabajaría todos los días. De allí que 25 de diciembre y 01 de enero eran laborables para ella y era cuando más vendía mercancía. Tampoco le impedía un malestar de cuerpo, una gripe o dolor de cabeza: el trabajo la hacía sentir mejor.

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Con el dinero que había ahorrado se había comprado una casa y también había comprado material para seguir con el negocio familiar. Se dedicaba a hacer bolsos artesanales que los turistas buscaban porque eran diseños únicos y para ayudarla a ella, quien se ponía a hablar y contarles su historia:

_Mis padres me abandonaron cuando yo era niña. Lo bueno fue que me dejaron con una mujer que me daba lo único que podía darme y lo único que yo necesitaba: amor.

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No había rabia ni resentimiento en sus palabras, sí una emoción de contar su historia:

_La gente dirá que por qué cuento esto y es fácil: la idea es que la gente sepa que cuando uno quiere alcanzar las cosas, no hay obstáculo que valga. A fuerza de trabajo tengo mi casa, pero también educo a mis hijos. Ellos saben que el trabajo es duro, pero da la oportunidad de obtener lo que queremos. Míreme a mí: yo solo nací con dos manos y ahora tengo un montón de cosas -dice la mujer sonriendo no solo con la boca, también con el alma.

HASTA UNA PRÓXIMA HISTORIA, AMIGOS