No es normal
No me había percatado de que ya habían abierto de nuevo aquella fonda, decía mi abuelo que llevaba cerca de treinta años cerrada, el dueño indemnizó a todos sus trabajadores y se fue para nunca mas volver; algunos decían que una decepción amorosa lo había acabado y que ya no quería saber mas de la vida, otros murmuraban que había huido con una chica muy joven hacia otra ciudad, la verdad no se ha sabido hasta hoy, pero bueno al menos ya esta abierto el local de nuevo.
Al llegar lo primero que me llamó la atención es que las meseras estaban vestidas como en los sesentas y de hecho la decoración también era de esa época, el ambiente era muy atractivo, los olores de las hiervas de olor llenaban el local, pero lo que si me pareció tema de fotografía era que una fila de pequeños pajaritos se asomaba hacia adentro, como si estuvieran esperando a que se descuidara el guardia para meterse a comer algunos de los pedazos de pan que quedaba en las mesas desocupadas.
Estaba a punto de empezar a comer cuando entró un viejecito con una camiseta muy desgastada, un pantalón color marrón claro, un bastón en la mano y notables señas de que hacía mucho tiempo que no se había rasurado, pero lo que me dejo pensando es que traía un rallador de queso sobre la cabeza, al llegar a ordenar sacó de su bolsillo muchas monedas de baja denominación, se las dio a la encargada quien aún no salía de su asombro, el le aseguró que era el importe exacto de una comida con todo y un refresco, ella las echó en la caja sin contarlas y le dio el comprobante.
El anciano comió rápidamente, pero no toco las tortillas, sacó una bolsita de plastico y las colocó dentro, salió del local y se fue en la asera de enfrente, apenas se había sentado cuando se vio rodeado de muchos pequeños pajaritos, se quitó el rallador de queso de la cabeza y comenzó a tallar las tortillas contra el rallador, una lluvia de comida caía sobre la banqueta mientras el suelo se tapizaba de aves, yo terminé mi comida y me fui de nuevo a trabajar con esa imagen en la cabeza.
Una semana mas tarde, mientras me dirigía a comer encontré al anciano llorando sentado sobre la banqueta, en sus manos tenía el cuerpo de un ave recién nacida muerta, se tocaba la cabeza y luego el ave como si quisiera resucitarla, mientras decía -No es normal-
Aclaración.
Esta historia es totalmente ficticia, está inspirada en un par de aves que encontré muertas recientemente cerca donde de vivo, no se si hallan muerto por la contaminación o si la madre las halla desechado por ser inviables.
Historia y fotografía por @nocturnus
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