Amigos de Steemit y #worldofxpilar, con gran entusiasmo llego a esta querida comunidad para participar en el maravilloso Concurso Literario ROMANIE´s world and WOX que organiza @romanie, con el apreciable apoyo de @art-venture y WOX @xpilar.

_{[Imagen proporcionada para el concurso. Autora: @romanie]}

Él está dentro de mí y yo habito en Él. Nuestro ser es circular. El tam tam de mi corazón se escucha desde lejos, lejos, muy lejos, allá donde las primeras mujeres se rindieron ante la supremacía de los instintos copulando con animales atroces entre frutos salvajes. Todavía escucho cómo retumban en mi pecho las trompetas lejanas del Génesis. Existo desde las primeras plantaciones de palma donde los espectros esclavos fornicaban y contraían nupcias en secreto con la muerte.

Yo estoy tendida en el campo de batalla donde la victoria ni la derrota existen, donde la pulsión cumple su cometido en éxtasis hasta trasfigurarse en alas de querubes que sobrevuelan sobre el cielo de nubes impregnado. Cierro los ojos y veo por detrás de mis pupilas toda la orografía íntima del mundo. Repto, hago coros, me detengo, elijo atajos, ruedo sobre los oteros, quedo suspendida en el aire.

Dejo que se internen en las grutas prehistóricas, sagradas, mis sentidos. En las cavernas encuentro los sensuales bosquejos hechos por Eros en el distante período del florecimiento; esbozos tan sensuales al tacto que me erosionan el alma al palparlos. Abro los álbumes donde Zeus, dies irae, garabateó láminas de cronos para toda la eternidad.

Permito que vaguen por el monte mis pecados. Respiro el olor de la alquimia que el gran Hermes, tres veces grande, defensor de las ciencias y la magia, guardián del secreto de los elementos, dejó como legado. Rememoro la imagen de Discordia echando a rodar, envenenadas, las manzanas de oro en las bodas de Tetis y Peleo ocasionando en vertiginoso alud el rapto de Helena y la muerte del pélida Aquiles. Escucho el crepitar del fuego que Prometeo hurtó del Olimpo para dárselo a los hombres y levarlos a la altura de los dioses.

Oigo al conjunto de mis demonios cantando Aleluya con harmonías de ángeles. Abro los ojos de nuevo como un milagro. Canto mi elevación. Estoy algo mareada de tanta dicha. Me maravilla el girasol con sus diademas de oro que persiguen por toda la tierra la jornada del Príncipe. Vorágines de colores que se desplazan en el carro celeste me bañan durante todo el día y la luna me pone a girar sobre la noche húmeda.

Salgo de mí en sueños y escucho cómo se estremece cada espacio de mi cuerpo en esta cámara. Cantan las ranas en la profundidad de los estanques. Yantan los búhos allá, en la espesura del bosque. No tengo deudas con Dios. La memoria ha venido depositando sus huevos en los empobrecidos circos del tiempo.

El cosmos destella debajo de cada piedra blanca, detrás de cada piedra negra. Yo salgo a cautivar con los misterios que me deparado el destino. Nada me salvará de la enfermedad incurable que gozo dentro de este templo donde estoy enroscada. Aquí se apura el cáliz de la sangre. Aquí se encuentra el fin de todo nacimiento acaecido, presente o próximo; el desembarcadero y la compuerta del espíritu a la conquista de la sacratísima carne.