Cinco de la Mañana. (poema)

Ya son las cinco de la mañana, respiro hondo,
salgo a la calle, aún esta oscuro, hay luces tenues.
El frio traspasa el escudo de los abrigos,
las calles están llenas de almas sombrías
todas convocadas al clamor de la rutina,
van de aquí para allá, ensimismados, apresurados
mirando de reojo, apretujados en los vagones
desconfiados del andar ajeno, con manos apretadas.
Así van todos, evitando el frio y seco impacto del cañón.

Soy de los muchos que pasean de madrugada,
que responden la corrosiva llamada de la rutina.
Soy tan solo una más de las almas sombrías,
de las que caminan apresurados en la oscuridad.
Voy apretujado en el subterráneo como casi todos.
Veo rostros partidos, quebrados, sonámbulos,
algunos se alertan cuando me ven pasar a su lado
como espectro de pasillo o de algún callejón solitario.

Lo cierto es que todos respiramos hondo
y luego salimos a la calle, aún está a oscuras.
El frio nos despierta, las luces nos alertan,
caminamos entre sombras, nos llama la rutina.
Miramos de reojo, desconfiamos de los ajenos,
apretamos los puños para obtener un día más.
Salimos a la calle, luego volvemos de ella.
Evitando el frio y seco impacto del cañón.