Alexander | Novela original escrita por @roadstories [ Capítulo III]
Capítulo III:
Primeros indicios
Todo estaba sucediendo muy rápido y tal vez todo esto estaba siendo planeado bajo una conspiración del destino, poniéndome a prueba. A veces me pregunte si fui lo suficientemente agradecido con ellos por toda la vida que me dieron. Si había cometido algún error ya no tenía la oportunidad de doblegarme y obtener su perdón.
Aun escucho su voz como si estuviese viva, llego a pensar que todo solo fue un pensamiento que nunca debió cruzarse por mi mente, porque los estoy mirando, pero cada vez que intento gritar más fuerte sus nombres sus sonrisas se borran. Parece que los estoy perdiendo entre un largo camino, que por más que corra entre sus huellas para alcanzarlos, cada vez más se alejan dando la espalda a mi triste rostro con aquella anhelada mano extendida implorando que no me dejarán solo.
Me detengo porque se ya que es imposible seguir intentándolo, esto es solo un sueño. Estoy soñando con la verdad, donde ellos me dan la espalda, sonríen y se desvanecen como polvo al viento.
Abro los ojos y observo figuras de superhéroes en una pequeña habitación. Estaba despojado de toda mi ropa, solo el bóxer era lo que cubría mi cuerpo debajo de aquellas sábanas blancas, y sobre mi frente yacía un trapo húmedo. Inmediatamente pude identificar dónde estaba, el mismo lugar que hace un rato, en la habitación de Pablo.
Reposo mi cabeza en la almohada empapada, y según lo que pude ver antes seguramente fue Pablo quien me estaba bajando la fiebre. He de agarrar un resfriado pensé, pues mi nariz estaba ardiendo y mi cuerpo sufría un malestar general. Por lo pronto me siento en la orilla de la cama esperando que la sangre se distribuyera en mi cuerpo y no marearme antes de levantar, pero antes de poner un pie fuera de la habitación me doy cuenta que la regadera del baño dentro del cuarto estaba abierta, llegue a pensar que se trataba de Pablo tomando una ducha.
— Pablo ¿estás allí? — pregunte tocando tres veces seguidas la puerta blanca de madera que daba con el baño, pero no obtuve respuesta alguna, algo que me hizo alertar. La puerta no tenia seguro, por lo que entré sigilosamente, al hacerlo y quitar las cortinas de la ducha, vi a Pablo en su momento más débil, estaba debajo de la regadera en posición fetal, con su cabeza en las rodillas, sus manos abrazando sus piernas, llorando como un pequeño.
—Pablo ven aquí, sal de allí que cogerás un resfriado también— le digo mientras cierro la llave de la ducha y lo tomo por el brazo pasándolo por encima de mi cuello para ayudarle a caminar pues lo sentí débil. En ese momento sentí su cuerpo ardiendo y recordé que él también esa tarde se había mojado bajo la lluvia, y seguramente por cuidarme descuidó su salud. Así que lo lleve hasta la cama para que se sentara. —Vamos a quitarte todo esto— le digo mientras le ayudo a quitarse la camisa y pantalón que estaba todo empapado, dejando descubierto ese cuerpo escultural que siempre me daba envidia. Antes que se quitara la ropa interior di media vuelta; ciertamente antes le había visto casi desnudo pero nunca como para verlo completamente desnudo ya que, él no lo sabía, pero teníamos gustos diferentes cuando de relaciones se trataba. Espere un rato hasta que voltee y estaba ya dentro de las sabanas.
—Voy a bajar a cambiar esta agua y a traerte un té caliente— le digo mientras me pongo un pantalón deportivo que tome de su cajón, para luego bajar con su ropa mojada y las demás cosas. A pesar de que vivía solo en ese momento fue que me di cuenta lo ordenado que era Pablo, todo estaba en su sitio, al lado de la cocina había un pequeño cuarto donde estaba su lavadora, por lo que introduje su ropa allí, puse algo de detergente y la puse a funcionar. Rápidamente fui a la cocina para calentar agua en la estufa para el té y fui a la nevera por hielo para colocar en el envase con nueva agua que utilizaría para bajar su fiebre. Abrí la primera puerta de la despensa y allí había un frasco con manzanilla, en ese momento recordé los tantos té caliente que me hacía cada vez que agarraba un resfriado, fue el primer recuerdo luego de su deceso que no me hizo llorar, tal vez porque estaba intentando ser fuerte o porque ahora Pablo era quien me necesitaba.
Puse un poco de manzanilla en una taza a la cual agregue agua caliente acompañada de una cucharada de azúcar. Al otro lado de la despensa Pablo tenía un kit de primeros auxilios, lo abrí para tomar alguna medicina contra el resfriado y allí encontré un par de acetaminofén. Tome ambas en una bandeja grande para poder llevar todas las demás cosas. Al abrir la puerta, me encuentro a Pablo en la cama con el cuerpo totalmente descubierto, esta vez ya era tarde para voltear, realmente ya era estúpido evitarlo y más estando en esa situación, así que coloque el envase de agua a un lado de la cama y el té sobre la mesa de noche. Me acerque a él colocando mi mano en su frente y estaba aún ardiendo, por lo que tome una pequeña toalla de manos la sumergí en el agua con hielo para luego colocarla sobre su frente, recordando nuevamente las tantas veces que mi madre hizo eso por mi cada vez que mi temperatura se elevaba.
—¿Estás bien? — le pregunto a Pablo viendo que abre sus ojos — Estoy bien tranquilo, solo es fiebre— responde con una sonrisa. En el fondo yo sabía que todo esto lo tenía afectado pero él solo intentaba disimularlo de mí.
—Toma esta pastilla con este te— le digo mientras le paso la tasa ya reposada de te. — ¿Estas tu bien? — me pregunta dando un sorbo luego de meter a su boca la píldora. —Ya no tengo nada— le respondo mientras cambio el pañuelo el cual ya estaba caliente.
—¿Quién era ese hombre? — preguntó Pablo colocando a un lado de la mesa de noche la taza ya vacía. —La verdad es que no lo sé, todo esto empezó de cierto modo desde la primera vez que lo vi— le respondo un poco serio. —Si es así, quiere decir que esa no fue la primera vez que lo viste, ¿cierto? — más que una pregunta sonó como una afirmación, como si se hubiese dado cuenta que ese día de clases mi distracción era la respuesta a su duda.
—Puede que solo sean cosas mías, así que no prestes atención, más bien duerme un poco que lo necesitas— le digo mientras me levanto de la cama y lo arropo completamente hasta su cuello. Él accede sabiendo que no iba a obtener más respuesta de mi parte aunque también se le notaba en la cara lo tan cansado y mal que se sentía.
—Voy a bajar a preparar algo de comer para ambos— le digo mientras entrejunto la puerta.
Fui hasta la cocina para preparar sopa caliente de pollo, tome algunos vegetales y los pique en cuadros, al igual que puse el agua a hervir. Nunca pensé que iba a poner en práctica el poco conocimiento de cocina que mi padre me había enseñado, la verdad es que no lo hacía nada mal. Al cabo de una hora cuando la sopa esta lista, vierto un poco en un plato hondo para llevarle un poco a Pablo. Al subir veo que esta temblando del frío, seguramente porque su cuerpo estaba bajando la fiebre con el sudor, en ese momento pensé que lo mejor era colocar más sábanas encima de él, pero no pude conseguir. Se me cruza un pensamiento que había visto en viejas películas pero me pareció un poco absurdo tomando en cuenta que podría ser incómodo.
—Tengo mucho frío— dice tiritando, cruzando sus brazos y colocándose en posición fetal mirando hacia la ventana buscando que tal vez el sol pegara en su piel, pero estaba totalmente nublado. Lo pensé un poco y luego no di importancia, era por su bien, así que me metí a la cama con él y lo abrace por la espalda para darle calor. Estuve esperando que tal vez se burlara de mi o se sintiera ofendido pero nada pasó. Así estuvimos por un rato hasta que dejó de temblar y su fiebre ya había bajado por completo.
—Gracias— dijo al darse media y abrazarme aún más, colocando sus manos en mi espalda y su cabeza por encima de mi hombro. Yo quedé en silencio sin darle respuesta alguna, así que ambos quedamos dormidos en esa ya callada habitación donde la sopa se enfriaba y mi solución se había convertido en una indiscreción.
Pasaron varias horas pues cuando abrí los ojos se podía ver la oscuridad de la noche tras su ventana, a un lado dándome la espalda estaba él durmiendo profundamente, llegue a pensar que ese momento de horas antes solo había sucedido porque él estaba delirando de la fiebre, por lo que voltee a darle la espalda también y me di cuenta que había bebido su sopa, pues estaba vacía y al lado había una nota de agradecimiento. No sé por qué razón lo hice, pero sonreí y volví a cerrar mis ojos nuevamente para dormir.
—Despierta bella durmiente— escucho una voz que me hace despertar del profundo sueño, era pablo quien estaba vestido como si fuese a salir. —Déjame dormir un rato más— le digo mientras me enrollo entre las sábanas, pero él me despoja de ellas rápidamente. —Llamaron de la comisaría, dicen que debemos ir— menciona él. Por un momento había olvidado mi realidad, nada había acabado, era el inicio de una tormenta de emociones el tener que enfrentar las averiguaciones policiales sobre lo que pasó esa noche, sigue siendo un trago amargo el tener que recordar que mis padres estaban muertos, pero era algo que no podía quedar impune y yo tenía que hacer lo imposible por contribuir a las investigaciones.
Esa mañana Pablo y yo tomamos un taxi directo a la comisaría, le pedí muchas veces que se quedara en casa para que se terminara de recuperar pero él insistía en acompañarme para protegerme, se creía un superhéroe, pero en el fondo lo era para mí, aunque yo le bromeara. Como siempre, al entrar habían muchos oficiales en sus puestos de trabajo atendiendo llamadas, algunos otros trasladaban personas a las celdas que tenían allí mismo quienes seguramente habían cometido algún acto delictivo.
— Que bueno que hayan llegado, pasen por mi oficina — nos dice el mismo hombre que me reconoció esa noche en la casa, a lo que le seguimos y tomamos asiento. — Estuvimos investigando el caso de tus padres, pero la verdad es que no hemos dado con nada en concreto sobre el asesinato— dice un poco desalentado, pensando que tal vez lo juzgaría y le gritaría, pero entendía que iba a ser un proceso difícil y largo. — ¿Sabes si tu padre tenía algún tipo de deudas o había discutido con alguien en días anteriores? — pregunta mirándome seriamente — la verdad es que no, no lo sé— realmente no podía imaginar quién quería hacernos tanto daño como para acabar con la vida de ellos tan fríamente. Mi padre era un hombre muy humilde quien se llevaba muy bien con la mayoría de sus clientes, y mi madre más que todo era ama de casa quien solo salía con sus amigas los fines de semana más que todo. Por más que lo pensara, no hallaba nada que pudiera servir a responder su pregunta.
—Bueno si de pronto recuerdas algo, no dudes en llamarme, haré lo mismo si tenemos nueva pistas del caso— me dice un tanto enérgico como para no desanimarme. Pablo y yo nos levantamos pero antes de cruzar la puerta el policía nos detiene —¡espera!, antes que se me olvide, toma esto— dice mientras saca de un cajón un USB negro que estaba dentro de una bolsa —esto lo hemos conseguido en los bolsillos de tu padre— menciona colocándolo en mis manos, a lo cual lo tomo un poco extrañado, nunca había visto ese USB en casa ni en la oficina del restaurante de mi padre, tampoco entendía la razón del por qué me lo daba si tal vez era evidencia importante.
—Antes que preguntes, se trata de un archivo codificado con una única contraseña, tú que conoces más a tu padre tal vez puedas ayudarnos a obtener la información dentro de ella.
—Está bien, veré que puedo hacer para ayudarles— le respondo metiendo en mi bolsillo el USB y saliendo junto a Pablo de la comisaría. Estando en el taxi ninguno de los dos pudimos disimular la curiosidad — ¿Qué crees que tenga allí dentro? A de ser muy importante por lo cual tenga tanta protección — dice Pablo un poco extrañado, y la verdad es que compartía sus dudas y pensamientos, mi padre no era hombre de guardarnos secretos lo único extraño que él hacía era… — ahora que lo pienso, tal vez aquí se encuentre la respuesta — digo al aire recordando las tantas veces que mi padre llegaba a casa tan tarde.
Llegué a pensar que mi padre estaba en algo turbio, no se trataba de una infidelidad como lo había pensado antes, tal vez era algo más grave o inclusive ilegal, pero no podía adelantarme a tener tantos pensamientos, no podía dejarme llevar solo por ellos, tenía que conseguir la verdad de todo y verlo con mis propios ojos, porque ya estaba casi seguro que lo que sucedió no fue simple casualidad, esa noche tal vez estaban buscando ese flashdrive que tenía mi padre el cual podría contener información importante.
Era el inicio de saber toda la verdad, así que debía hacer dos cosas, primero descifrar lo que había en ese USB y por último, mantenerme con vida.
Opinión del autor: Alexander es una novela apto para público mayor de 18 años, que se irá desarrollando según las ideas previstas para esta historia, tengo ya en mente varios desenlaces e inclusive parte del desarrollo de la dramática, lo que sí es seguro es que este personaje tendrá que pasar por duras pruebas y convertirse en un hombre fuerte capaz de hacer cosas impensables para descubrir la verdad sobre aquella noche donde trágicamente hubo un derrame de sangre en un hogar donde vivía una familia común y corriente según mi percepción. Pero que además en el transcurso de su camino se da cuenta que gran parte de su vida tal vez había sido una total mentira.
Esta es una de mis primeras historias donde podrás conseguir, suspenso, acción, sexo y tal vez amor, este último aún no estoy del todo seguro, y es una de las cosas que más me encanta, que a pesar de que quiero un desenlace en particular, a veces el dejarme llevar por la historia hace que el autor a mitad de camino cambie de ideas.
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