Relato de un orgasmo / Cap. 2 / By. Carlos Romero.
Me desperté un minuto antes de que el despertador me brindara su abominable servicio, mi mente se encontraba en plena calma y me sentía del mejor humor, los ventanales abiertos no filtraban la luz, la cual entraba inclemente a la habitación iluminándola con una claridad increíble, me es imposible dormir así. Me estire en la cama volteándome para encontrarme con ella, tenía los pensamientos inundados de recuerdos de la increíble velada que había tenido anoche. Me sorprendí a darme cuenta que ella no se encontraba allí, de seguro ha de estar preparando el desayuno, me incorpore para arreglarme e irme al trabajo, recordé que tenía una junta muy importante a las 9:00Am, sin embargo debía estar un poco antes.
Termine de arreglarme y baje para desayunar.
-Buenos días amor, como amaneces -dijo ella al escuchar el sonido de las escaleras con una dulce voz.
-Buenos días, amanecí perfectamente -le respondí con el mismo tono que ella utilizo, se encontraba en el fregadero, le agarre la cintura y le bese la mejilla.
-¿Vas a desayunar?
-Si mi cielo, pero voy un poco tarde, tengo una junta con la directiva y debo llegar a mi oficina a acomodar unos papeles –le conteste sentándome en la mesa.
-Está bien cielo, pero… ¿A qué hora llegaras del trabajo? –dijo con un muy extraño tono de interés, ella sabe que siempre salgo muy tarde.
-No te sabría decir, luego de la junta me quedare haciendo mucho papeleo ¿A que de debe la pregunta?
-Solo por curiosidad, siempre llegas tarde y solo quiero saber si hoy no será así.
-Bueno lo más probable es que legue igual que anoche –lo dije con un poco de voz traviesa, ella solo se sonrió casi sin ganas. Que extraño, pienso.
Termine de comer, deje el plato en la mesa y me acerque a ella para despedirme.
–buen día mi vida –le dije besándola a la boca, acto seguido camino hacia la puerta, tomo las llaves del vehículo y salgo a la calle irme.
–Buen día, que te vaya bien en tu junta –el beso me lo dio casi sin ganas –si llegas a salir temprano me avisas.
-Ok está bien –le conteste casi sin pensarlo.
Eche andar el carro, me dejo un poco pensativo la actitud de ella, sin embargo no presto mucha atención a eso. Al llegar a la oficina, me doy cuenta que me hace falta un documento, luego de pensar y registrar carpetas me doy cuenta que lo deje en la mesa del recibidor de la casa –que torpe –digo para mí mismo. Consulto el reloj, 7:56Am me da tiempo de ir a la casa buscar el documento y regresarme para poner en orden todo antes de la junta, la cual era a las 9:00Am. Conduje un poco apresurado a la casa, consulto la ora 8:29Am estoy a tiempo.
Al llegar veo un vehículo estacionado en mi puesto, sé que la calle es libre pero tengo derecho a parquear en frente de mi casa y eso lo saben los vecinos, me irrito, pero no tengo tiempo para discutir, cada minuto que transcurría esa mañana tenia atribuido una tarea en específico, estaciono el carro en la acera del otro lado de la calle, entro a la casa y como ya lo había predicho, en la mesa estaban los documentos. Los tomo solo y para asegurar les hecho un vistazo, viendo el papel que sostengo con mis manos alcanzo a ver algo que me llamo la atención, levanto la mirada y veo prendas de ropa tiradas en el suelo –que raro –sigo caminando en dirección a las escaleras y como migajas de pan que dejan un rastro para que algún animal caiga en una trampa, voy encontrando prendas de ropa por las escaleras hasta la parte de arriba, mi corazón se acelera es obvio lo que estaba pasando pero no quise pensar lo peor, entre la ropa distingo la ropa de mi esposa, la misma que tenía esta mañana al salir de casa, veo un pantalón de jean, trato de buscar una explicación tratado de descartar lo que es obvio, porque así somos los seres humanos nos creemos la mentira porque nadie aguanta la verdad y en ocasiones somos analfabetas de pensamientos para no descubrir un posible engaño o traición. Las manos comenzaban a temblar, estaba sudando en frio, sentí un gran vacío en el estómago y a la vez ganas de vomitar, fui siguiendo las “migajas de pan” me conducían a la habitación, subí por las escaleras lento sin hacer ruido, sentía que mi cuerpo pesaba 600 kilos, tarde mucho en subir, las escaleras de pronto se tornaron largas y no sé si fue por una ilusión óptica o quizás mi subconsciente jugándome una broma, cada dos escalones me paralizaba de terror, no podía creer lo que estaba pasando.
Al fin termine de subir subir las escaleras,, se escuchaban sonidos extraños. Me sostuve fuerte de los pasamanos, las piernas se me ablandaron, el corazón latía agazapado podría decir que de pronto sufrí tabicaría. Camine torpe, por las piernas blandas, aproximándome a la puerta, al tomar el pomo escuche un fuerte gemido. No puede avanzar, me paralice ante la idea de las ceremonias de una pasión secreta. Y allí me encontraba, paralizado, mi mano aún seguía en el pomo no podía decidir a girarlo. Me encontraba en un predicamento, se me hacía imposible creer lo que estaba pasando, estaba parado frente a la puerta de mi habitación y mi esposa se encontraba en la parte de adentro acostada en la cama con otro ser, alguien que no era yo.
Quería irme de ahí pero no podía irme sin ver con mis propios ojos lo que pasaba detrás de esta condenada puerta. Minutos habían transcurrido ya. No me desidia a entrar, como pudo tener el descaro de acostar a otro hombre en muestra cama, en el mismo sitio donde hemos conciliado tantas veces nuestro amor. Todo está claro ya, ese era su insistencia en que le dijera a qué hora llegaría del trabajo, solo esperaba que yo me fuera para poder dejar que el otro entrara para revolcarse en mi cama, que repugnante. Otro fuerte gemido me despierta de los pensamientos en los que me había sumergido, por un instante olvide que me encontraba parado en la entrada del cuarto, mi mano sudada aun tomaba el pomo. Ya nada importaba. No pensé nada más, apreté con mucha furia el pomo y lo gire, el seguro al liberar la puerta la abrí de golpe. Aún estaban los ventanales abiertos dejando entrar fluidamente la claridad, casi me cegó, tarde unos instantes en poder adaptar la vista, estaba montada encima de él, dando la espalda a la puerta, por lo visto aún no se ha dado cuenta de mi presencia. Espantosa imagen. Ya todo estaba confirmado, me sentí humillado, engañado y asqueado. No pude reaccionar, siempre había dicho en forma de burla que si llegase a pasar por una situación así me uniría e hiciera un trio, o que los sacaría a golpes de mi cama, cosas por el estilo. Pero me encontraba paralizado completamente petrificado obligado a mirar tan abominable escena, no podía dejar de mirar, tan concentrados en sí mismos que no han notado que estoy hay. Sentí en carne propia un gran dolor, el dolor más grande del mundo no es físico, es imposible describir el dolor de ver con tus propios ojos como se derrumba tu mundo, mi mundo, el que había construido a su lado, todo estaba arruinado, manchado, con la horrible mancha de un engaño, mis ojos se ahogaron y sin pedir permiso lagrimas corrieron por mis mejillas, quizás de nostalgia, quizás de impotencia, porqué me encontraba hay parado sin habla, sin poder moverme, sin poner nada.
De pronto pude reaccionar, ya no quería seguir viendo eso, azoté la puerta con ira, escuche un grito, baje las escaleras muy rápido, Salí de la casa limpie mis mejillas mojadas, aun no podía creer lo que había ocurrido, me subí al vehículo. –Por favor detente –escuche un grito ya muy lejano. El auto alcanzo rápidamente una muy alta velocidad, mi mente estaba en otro lugar, quizás buscando una explicación, quizás no la necesitaba, o si la necesitaba, después de tanto, de todo lo que pasamos de tantas promesas tantos sueños y metas que queríamos cumplir. Termine de exprimir el acelerador a todo lo que daba el motor al recordad todo esto. Me pase la luz de alto. Ese carro salió de la nada, no pude reaccionar. Escuche un estruendo, todo se oscureció, tuve una sensación de vacío en el estómago. Escuche gritos, que de pronto se hacían lejanos, hasta casi silenciarse, de pronto ya nada me importo, sentí una gran tranquilidad, como si ya ni supiera quien soy.