Desafío Steemit s28wk2: Recordando a través de la sanación

Ya habían pasado dos semanas desde la partida de su madre y aún sentía ese enorme peso en el pecho. Quizás estaría mejor si sus hermanos no la hubiesen dejado sola en aquella casa vieja, pero al menos su vecino venía seguido a preguntar cómo estaba y le llevaba sus postres favoritos.

Conocía a ese señor desde su infancia y siempre había sido muy bueno con ella. Aunque a su madre jamás le agradó; cada vez que lo veía, adoptaba una expresión de enojo y lo echaba o comenzaba una discusión unilateral. Nunca se supo la razón de su odio, ni por qué él no se alejó a pesar de ello.

Esa mañana, mientras Tina limpiaba el ático para distraer su mente, encontró una foto enmarcada en una polvorienta caja. En ella estaba toda la familia. Esa foto fue tomada durante un picnic, pero ella no aparecía porque estaba en casa castigada. Miró la foto con un sentimiento extraño; todos se veían felices, especialmente su madre. Acaricio el rostro de aquella maravillosa mujer en la foto.

Dejó el marco a un lado y se dedicó a buscar más fotos. Sonrió al ver que había muchas, solo que en ninguna de esas estaba ella; eso la hacía sentir como un fantasma. Cerró la caja y fue a buscar fotos en donde ella apareciera. Así pasó varias horas sin éxito alguno.

Frustrada, bajó a la sala de estar. No podía ser posible que no hubiese rastro de ella en la casa donde pasó la mayor parte de su vida. Comenzó a ver un retrato tras otro y no encontró nada.

—¿Por qué? —una lágrima solitaria recorrió su mejilla. Su madre no era muy expresiva, pero estaba segura de que la amaba.

Corrió a la habitación de su madre con la esperanza de encontrar algo, lo que fuera. Entró al lugar dando un portazo y se dedicó a buscar en cada rincón. Sacó la ropa del closet, tiró todo lo que estaba en los cajones, pero no encontró nada. Rendida, se sentó en el suelo y comenzó a llorar como una niña. Siempre había tenido el presentimiento de que no era querida; sin embargo, jamás imaginó que fuera real.

Se acostó en el suelo y se desahogó. A través de sus lágrimas, una tenue luz dorada llamó su atención debajo de la cama. Se acercó curiosa, estiró su mano y despegó el objeto; al mirarlo de cerca, su corazón comenzó a palpitar con rapidez. Era una llave dorada.

De repente, un punzante dolor de cabeza vino con una imagen de ella siendo encerrada en una habitación en el ático. Sorprendida por el repentino recuerdo, se levantó y comenzó a correr hacia el lugar. Al entrar a esa polvorienta habitación, su mirada se dirigió por inercia a una pared tapizada que estaba bloqueada por muchas cajas y otros objetos.

Se acercó y comenzó a quitar todo aquello que se atravesara. Cuando despejada, se veía completamente normal, pero ella sabía que no era así. Colocó sus manos sobre el tapiz y comenzó a tantear hasta que encontró una irregularidad.

Con la llave, comenzó a romper todo el papel que escondía el marco de la puerta. Finalmente, introdujo la llave en la cerradura. No sabía qué encontraría, aunque su cuerpo parecía que sí. Con el miedo recorriendo sus venas, cerró los ojos y giró la llave.

El sonido chirriante de la puerta invadió todo el lugar, al igual que un olor nauseabundo que la hizo cubrir su nariz. Casi quiso arrepentirse, pero había llegado demasiado lejos, así que abrió sus ojos, encontrándose con oscuridad.

Con toda la fuerza que no tenía, dio un paso dentro del lugar y estiró su mano para encender la luz. Cuando todo se iluminó y pudo ver lo que escondía, entró en pánico y gritó con todas sus fuerzas. Corrió hacia una esquina del ático y se sentó mientras cubría sus orejas.

—L-lo siento... Es mi culpa... Por favor, por favor, no me golpees —Las lágrimas caían como cascadas y todo su cuerpo temblaba por el miedo—. Perdóname, mamá...

Tina siguió disculpándose una y otra vez como solía hacerlo de niña. Ahora no era consciente de la diferencia entre lo real y lo ficticio, solo se ahogó en los recuerdos perdidos que venían uno tras otro.

Una mano en su hombro la hizo entrar en la realidad. Frente a ella estaba aquel hombre alegre que siempre la trató bien y le llevaba regalos a escondidas, aquel vecino que solía pelear con su madre para que no la tratara mal. Ahora entendía todo.

El hombre la miró sorprendido por unos momentos antes de abrazarla con fuerza, como siempre había deseado.