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Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos. Ciertamente, apenas morirá alguno por un justo; con todo, pudiera ser que alguno osara morir por el bueno. Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. Romanos 5:6-8 (RVR1960.)

Muchas de las personas que se hallan en estado de desánimo; donde gimen seres envueltos en la miseria y su llanto es descartado por sus oídos, donde Dios llama y se realizan los desentendidos. Hablo de la indiferencia, el más grande de los padecimientos de esta humanidad: Indiferencia frente al planeta que está en el caos por estar alejado de Dios, indiferencia frente al prójimo que gime y llora gracias a la injusticia, indiferencia frente a Dios quien espera pacientemente que le busquemos y le obedezcamos.

Así como Cristo se entregó por nuestros pecados, él está esperando que nosotros mismos acudamos a él al llamado para limpiarnos y hacernos herederos del día eterno; pero mucha gente ni siquiera se da cuenta del tamaño de tal evento. Si Cristo hubiera muerto por los justos no podría ser una gigantesca cosa; sin embargo, era algo imposible, ya que no había ni un solo justo de que Jesús se sometiera a la crucifixión. Hoy es viable que alguien de la vida por su jefe o por un familiar, quien muestra que lo desea de verdad, o en cumplimiento de su deber como seguridad; sin embargo, Cristo murió por sus enemigos, esos que lo perseguían, atacaban.

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¿No les parece un buen acontecimiento? Si no lo es, entonces usted pertenece a los incrédulos e indiferentes, de los cuales está lleno este planeta y de los cuales además desfilan diariamente multitudes hacia el infierno. Dios nos ama tanto que hizo sacrificar a su hijo; para obtener la justificación a nuestras propias vidas de pecado. Dios sí nos ama; pero aquello nos desea mencionar que nos perdonará y nos salvará a medida que nosotros mismos continuemos en estado de ánimo.