Relato de un alma rota | Venezuela

in #cervantes-venezuela7 years ago (edited)

Mis ojos están cerrados.

Estoy cayendo en un pozo profundo del que nadie me puede salvar. Un agujero que posee afinidad con la tan querida Alicia, pero a mí me lleva a una pesadilla peor que “el país de las maravillas”. Sigo cayendo y la lava roe el fondo del agujero. La luz se hace incandescente y no para de iluminar. No es luz, es fuego. El volcán comienza su erupción y yo me revuelvo en la cama.

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Mi nombre no tiene importancia, yo soy nadie, aunque también soy el todo. La lava sube y baja, el volcán es mi sistema digestivo. El hambre es mi mejor amiga y el ardor palpitante y perenne una ex molesta. Doy vueltas en mi cama y ésta rechina. El reloj roto que tengo marca las 4:00 AM y el sueño ha abandonado mi cuerpo, el hambre le ha ganado.

Me levanto como un cadáver y salgo de la estructura que llamo casa. No me pongo zapatos porque no tengo, comprar un par se ha hecho tan imposible como respirar aire no contaminado en el mundo de hoy. Las plantas de mis pies son duras, los cayos se han formado para protegerme de la quemazón del suelo. El sol puede llegar a los 38 grados sin problema para aquél que posea un buen ingreso.

Dejé la escuela porque mis padres no me podían costear los útiles. La matrícula era gratuita pero el gasto no, quedé a meses de graduarme cuándo decidí salirme. El dinero no alcanzaba y el hambre era una constante. Los libros fueron mis amigos durante años, contra todo pronóstico rompí los esquemas de mi clase social y me interné en el mundo literario, me salvaron y sostuvieron más veces de las que puedo contar (aunque no confíen en mí, las matemáticas no eran mi fuerte). Un rugido interrumpe ésta historia, lo lamento.

Sigo mi camino por las calles y veo a otros desde lejos, su postura me advierte sus intenciones y acelero el paso. Nadie se puede llevar mi comida.

El trabajo me fue negado por tres circunstancias lamentables: 1. No soy bachiller; 2. No tengo edad para ejercer algún cargo decente; 3. Mi vestimenta y mis orígenes me denotan y sobresaltan a los buscadores de empleados. Me niegan un trabajo por mi apariencia y edad e ignoran mi conocimiento. La desconfianza hace mella en sus corazones y la historia de la última traición aún no se ha borrado de sus memorias, no me dan los trabajos, pero me pagan por botar la basura.

La basura: mi amante eterna.

La primera vez que noté a alguien escarbando de la basura me pareció infausto, maléfico… luego me acostumbré a verlo más seguido. Niños, adultos y jóvenes hacen vida hurgando en la basura, desde que los tiempos cambiaron ahora cavan por algo más importante: abrigo y alimento o, en otros términos, comida y ropa.

Tal vez sus tripas se revolvieron, pero es una realidad que estoy viviendo. La primera vez que vi a alguien buscando algo más que madera, plástico o vidrio en la basura mi corazón se detuvo. Yo mismo estaba pasando hambre, pero en mi mente no figuraba la idea de llegar a tales extremos... que equivocado estaba.

Meses después de búsquedas infructuosas, rechazos de las personas y miradas por encima de los hombros no me quedo de otra: la basura fue mi opción. El primer día que llegué a un basurero con la intención de buscar comida me sentí tan mísero como un viejo avaro, tan triste como un ser depresivo y tan perdido como una persona con alzheimer. Mi corazón y mi alma estaban rotas, pero los instintos básicos pujaban por salir, yo necesitaba alimentarme.

Al llegar miré hacia los lados con vergüenza y pena infinita, y con renuencia inicié mi búsqueda. Una porción de hamburguesa, unas papas a medio comer, pastel de plátano sin relleno y más fue lo que conseguí. Tomé todo entre mis manos y salí huyendo del nauseabundo lugar. Al llegar a mi hogar coloqué todo ordenado en una mesa improvisada con reciclaje y los miré. ¿Cómo alguien podía dejar media hamburguesa entera? ¿Cómo? ¿Cómo alguien podía botar la mitad de su comida? Yo pasaba hambre a diario y en la basura he encontrado la mitad de un sueldo mínimo desechado. No lo pensé más y engullí todo lo que había recolectado. Mi estómago se calmó, mi alma lloró.

No iba a perder mi alma.

Así que me prometí no hacerlo muy seguido. Buscar ropa u objetos funcionales para mi búsqueda de un trabajo. Pero el hambre me golpeaba como boxeador nuevo y enfurecido y yo volvía una y otra vez a la basura. Un día sí y un día no era mi nuevo lema. Tal vez eso significaba un día sin alimento, pero era un día siendo una persona “normal” dentro de la sociedad. Y si la palabra normal les ha parecido hilarante, bienvenidos al grupo.

He llegado a mi destino

Ya estoy en el basurero correspondiente y son las 5:05 AM. No me interesa mucho que la gente me vea, después de todo a ellos no les interesa verme. Me encuentro con otros dos compañeros y automáticamente creamos un acuerdo de repartición. Tengo zapatos ya, desgastados y viejos, pero tengo. Poseo una gorra, camisa y pantalón. El cobijo que me brindan es más que suficiente.

Entre charlas y comidas las 6:00 AM golpea con un rayo, el sol se hace presente y acelero la búsqueda para partir de allí, de repente observo un muslo de pollo a medio morder y lo tomo con agilidad, lo sacudo un poco y me lo llevo a la boca. Cierro mis ojos por el sabor y mi estómago ha parado de arder. Al dejar el hueso sin carne observó un carro, otro auto más, otro ser que siente lastima, pero no representa ningún cambio social.

Ésta es mi nueva vida, mi nueva amante, mi nuevo yo. Soy una persona que piensa en calmar sus instintos más básicos en un país donde la inflación nos consume y no nos deja calmarlos por vías normales y humanitarias. Soy un hijo, un hermano, un sobrino. Soy piel, soy carne, soy sentimientos y alma. Soy hambre, soy fuerza, soy un volcán y soy un saco de boxeo. Soy todo lo que muchos no son. Soy todo lo que ignoras día a día. Soy ese que viste en la basura y no le diste tú plato de comida.

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Hola, steemians. Hoy no hay signo de exclamación porque la felicidad ha abandonado mi cuerpo por un momento.

Ésta historia es dedicada a todas esas personas que no tienen voz, personas que veo a diario en mi país, personas que sufren y viven esa realidad. Pasa no solo en Venezuela. Esto sucede en todos lados.

La crisis económica del país ha llevado a la persistente imagen de éstas situaciones en cualquier basurero ubicado cerca de restaurantes. Esto es un grito de auxilio, un grito de dolor. Niños y adolescentes son los más perjudicados. La desnutrición es palpable y cuantificable, sin limites. Las muertes por falta de alimento van en crescendo y el gobierno no permite hacer estadísticas de ello, lo ocultan.

Pero para nosotros, es imposible ignorarlo. Les adjuntaré una foto, que me parte el alma y que puedo ver a diario.

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No busco votos, busco informar, busco que la gente sienta por un pequeño momento lo que ellos sienten.


Agradezco a @mosqueteros por su apoyo incondicional y brindarme una casa en steemit. A @zenkly, @andreacrangel, @callmebyjuan por los consejos y las respuestas que siempre me otorgan. A @vicrivasr, @avellana, @psicoparedes, @havs, hr1 y @blablajam por siempre apoyarme. Nunca dejen de brillar, chicos.

Por último gracias a ti @cervantes, por permitir que la comunidad hispana tenga una voz. Gracias a ti hoy soy la voz de muchos en ésta crisis tan terrible. Miles de gracias. Y por supuesto a @simon.bolivar por apoyar a los venezolanos, creo que tú, al igual que muchos, reconocerás mi rabia y dolor en toda ésta situación.


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Me gusta mucho la forma en la que te expresas. Mi hermana venezolana, te siento con todo el corazón. El grito de auxilio es de todos y cada uno de nosotros, es de ansias de libertad, de unión, de proclamar la sanación total de nuestra sufrida y desgarrada población. Muchas veces siento demasiada rabia al ver mi incapacidad de hacer algo al respecto, el que esta situación esté fuera de mis manos me llena de rabia. Si todo se resolviera en un abrir y cerrar de ojos, sería el primero en pestañear hasta quedarme sin pupilas. Deseo tanto volver a mi adorada infancia feliz, donde la felicidad la teníamos sin darnos cuenta, y después de todo, ese popular dicho resultó ser verdaderamente cierto.

Recuerdo el comprar mis chicles en la panadería, el comprar tequeños y jugos con 5 bolívares, el comprar los helados de Bati Bati a 3 bolívares (y me parecía súper caro). Recuerdo comprar mis conservas de leche y guayaba con solamente unas monedas de las viejas, y comprar pizzas frecuentemente con un estúpido y simple billete de diez bolívares. Recuerdo perfectamente aquel tiempo donde Venezuela era distinta y sustentable en cierto modo, y ahora sólo siento impotencia en no haber aprovechado esa etapa de grandeza y consolidación nacional en mi niñez. A pesar de haber nacido dentro de una ya maltratada Venezuela, lamento el no haber tomado ventaja de los viejos tiempos, de los buenos momentos y de las muchas oportunidades que tuve para sonreír sin tener que quejarme ciertamente por algo.

Gracias por tu bella mención y apoyo en mis publicaciones, que yo te devuelvo el favor multiplicado por cien. Aunque mi poder de voto es escaso, sé que mis letras ayudan a darle un potencial valor a tu publicación que no se mide en dólares, sino en un gran sentimiento recíproco de apoyo y solidaridad. Saludos, querida Sofía, desde #mosqueteros

Hola mi estimada amiga Sophie. Te felicito por tu escrito , logras expresar el estado de angustia de tantas personas sin voz que viven una situación dramática en Venezuela.
Como chileno me duele y me conmueve mucho todo lo que ocurre en tu país
Un abrazo desde Chile!!!
Tienes un gran talento como escritora!!!!

Así es Mario, amigo. No solo en Venezuela, en el mundo. Ahora, lo veo más seguido por aquí, y mi relato está ambientado aquí. Pero hay que ser conscientes que ésto pasa en todos lados .

Gracias, querido. Un abrazo, es un privilegio tal piropo.

Demasiado emotivo este post! Tiene mi upvote compañera...

Que fuerte lo que expresas. Has plasmado en un relato de ficción lo que puede ser el día a día de cualquier venezolano. Te ha quedado fantástico. Que triste realidad de verdad. No tengo nada mas que decir, me has dejado sin aliento.

Cualquier venezolano y cualquier ser humano que no tengo los recursos suficientes para sobrevivir. Gracias.

waooo ese post tiene mucho esmero, merece mucho mas votos mi gente

Tristemente es la realidad de nuestro país :( Gracias Sophi por dedicar tiempo a escribir este post y compartirlo, leerlo a esta hora me ha conmovido mucho.

Me encantó

Triste esta Venezuela en la que todos vivimos

Tu post ha sido uno de los mejores que he leído. La realidad que vivimos en Venezuela merece ser escrita a diario

¡Así es! No solo en Venezuela, en muchos países. Nadie debería ser silenciado.

Cada vez son más los venezolanos que forman a ser parte de esa realidad. Lamentable y muy buen escrito.