Bienvenidos a nuestro acostumbrado encuentro mis queridos amigos. Les invito a que reflexionemos sobre las dificultades en la vida y del cómo resulta sumamente importante el que aprendamos a vivir con ellas, que aprendamos a manejarlas y cómo de ninguna manera debemos dejar de reconocerlas o sentirnos excesivamente mal por su existencia.

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No negar los problemas

El punto inicial para poder resolver un problema, o al menos manejarlo, para que aquel no afecte más allá de lo normal nuestra vidas, tiene que ver con el reconocimiento de la existencia del problema.

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Una actitud muy acostumbra frente a los problemas, o dificultades, es la tendencia a negar la existencia de aquellos, cerramos los ojos ante la realidad y nos decimos que la situación indeseada no existe. Buscamos de alguna manera desconocer la existencia del problema, buscamos evadir la situación colocando nuestra atención en cualquier cosa que nada tenga que ver con el problema. Vivimos en un continuo auto-engaño sin darnos cuenta que, de este modo, el problema tiende a agarbarse , a mutar, transformándose, seguramente, en una situación más compleja y difícil de manejar en el futuro.

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No ahogarte en los problemas o dificultades

Reconocer la existencia de un problema no debe implicar, en modo alguno, el extremo opuesto al de negar su existencia. Es decir, si reconoces que un problema existe no cometas luego el error de ahogarte en ellos, pensar que ya tu vida es un calvario ante esa situación indeseada, sentir ,ante el problema, que nada ahora vale la pena, que tu vida dejó de tener sentido, etc. Esa posición de derrumbarse y deprimirse, ante las dificultades en la vida, puede resultar incluso, al menos eso creo yo, más delicada y peligrosa que la primera de las posiciones expuesta, la negación de los problemas, pues la ansiedad y las preocupaciones pueden llegar a destruir tu vida.

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La clave: Ser resiliente

La mejor manera de convivir con las dificultades, los problemas, el sufrimiento, no es otra que asumir una actitud resiliente en tu vida. Es decir, debemos ser capases de no rendirnos ante las adversidades, reconocerlas, pero no ahogarnos en ella, sino encontrar el sentido del porque de su existencia y del cómo pueden representar para quien las afronta una posibilidad de crecimiento espiritual y hasta material, dependiendo del tipo de problemática que afrontes.

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Esa mágica palabra, la resiliencia, te conducirá, estoy segura de ello, por un camino de enseñanzas y aprendizajes que te hará más fuerte y más preparado en tu camino por la vida, no es un camino fácil, el de la resiliencia, para nada, pero algo si te aseguro es el más conveniente e inteligente.

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