Erick, era un ufólogo de unos 40 años de edad, dedicado a la investigación de las abducciones. Es decir al acto mediante el cual uno o más seres extraterrestres toman a un ser vivo terrícola contra su voluntad, lo secuestran y lo llevan a algún sitio determinado, generalmente a su propia nave espacial. Todas las noches Erick se sentaba en el porche de su casa, con su enorme telescopio para observar los cielos, y esperaba con ansias la visita de alguna una nave espacial con sus invaluables ocupantes.

Una noche, mientras se tomaba un café en una fuente de soda, cerca de su casa llegó una mujer un poco extraña y se sentó junto a él en la barra y pidió una taza de té. De repente la mujer se le quedó mirando fijamente y le preguntó: ¿Tu crees en los extraterrestres?. Esa pregunta lo dejó fuera de sitio. No era normal el proceder de esa mujer, hacer ese tipo de pregunta sin ningún tipo de preámbulo. No supo que contestarle de manera inmediata. Pensó por unos segundos y le contestó: no sé, supongo que sí. Pero sin entrar en detalles, ya que no sabía que se traía la mujer entre manos.

Que bueno amigo, le contestó la mujer muy alegre. ¿Y desde cuando crees en ellos?. Y Erick le contestó: Creo que desde hace mucho tiempo. Entonces la mujer le pregunta: ¿Te puedo contar un secreto?. Erick le contestó: Claro dígamelo con confianza. Y la mujer le contó: Yo fui abduccida por alienígenas. Cuando Erick fue a contestar ella le dijo con el dedo índice en sus labios que se callara. Y le dijo: Eso fue hace mucho. Esto es algo que debes de saber antes de que te vayas. Erick le pregunta: ¿Antes de que me vaya?.

Lo que pasa, es que los extraterrestres y yo nos hemos hecho muy buenos amigos, y siempre vienen a visitarme. Nadie aquí en la tierra me cree, porque solo yo los puedo ver. Ellos tiene la facultad de poder hacerse invisibles ante todos los demás o ante a quienes les interese. Yo estoy desesperada por regresar de nuevo con ellos, pues allí fui muy feliz. Y puso una cara que parecía un poema y en ese momento Erick, llegó a conclusión de que la mujer estaba delirando.

La mujer continuó diciéndole que antes de entrar a ese lugar estaba con su amigo el extraterrestre y que él le dijo que él se iría pronto con ellos. Y exclamó la mujer: ¡Te van a abducir amigo!, ¿No estas feliz?. Erick le contestó: Claro amiga, pues brindemos y acercaron sus tazas en un gesto de brindis. De repente la mujer le agarró las manos y le suplico: llévame contigo, por favor. Erick ya no pudo más y de un golpe se paro y dejo a la mujer sola, canceló las bebidas y salió casi corriendo a la calle.

Sintió un gran alivio al salir de ese local. Continuó su camino ya con más calma. Y de repente en la calle se encontró con un alto y delgado caballero que le dijo: "Vamos amigo". El hombre le extendió las manos en un gesto de invitación. De repente Erick estaba flotando sobre la calle, con los brazos extendidos hacia abajo, con el rostro hacia el cielo, lleno de angustia y a la vez de felicidad.