Sábados V
Hace mucho que me enteré lo muerta que estaba.
Aquel día las nubes eran grises,
Por la mañana había salido el sol,
Calentaba mi cuerpo,
Aún así el alrededor lucía moribundo,
A veces peligroso.
Se me estremecía el corazón,
O eso deseaba sentir.
Los muertos de mi mundo
Arrastran su dolor
Su amargura,
En sus sombras
Como si fueran cadenas,
Atadas a sus tobillos.
Algunos ya ni se ven.
Tan oscuros,
Tan infelices,
Que llega el punto de convertirse en sombras de los más desdichados.
Los gritos de unos,
Son llantos de otros.