Hablaron y hablaron como si se conociesen desde hace años, ignorando que en realidad esta era su primera conversación formal. Botaron los manuales y guiones por la ventana.
Fugaces fueron las horas y a su paso, cada uno se quitó la máscara con la que se presenta ante el mundo.
Sus conversaciones se salían de las líneas, no había protocolo alguno, ni siquiera por cortesía a la ética.
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De un tema brincaban a otro y entre tantos, las risas figuraron ser cruciales.
Él amó el sonido de su risa y se engrandeció al probocarla con tal facilidad.
Ella amó su elocuencia y humor.
Como si ambos se estuviesen buscando desde hace mucho tiempo atrás y ahora, finalmente se habían encontrado.
Él la llamaba artista y ella lo llamaba loco.
Así fueron por la vida, sin saber que ambos tenían razón