Tricotilomanía, cuando arrancarse el pelo de forma compulsiva causa placer o alivio

Hola a todos, de regreso después de un breve descanso involuntario provocado por mi imprudencia. El tema a que hace referencia el titulo de esta publicación se refiere a un trastorno poco conocido pero que afecta a 4 personas de cada 100. Cuando se pasa de tocarse el pelo y jugar con él, a darse pequeños tirones hasta arrancarlo y se convierte en un habito incontenible. Esto provoca que se den áreas calvas, la persona presenta una sensación de tensión antes de arrancarse el cabello, o también puede sufrir ansiedad si se resiste a realizar el acto de arrancar. Durante la realización del acto, y posteriormente al mismo, se genera un sentimiento agradable, de placer, alivio y liberación de la tensión.
Muchas de las personas que sufren la tricotilomanía llevan a cabo la acción de sus emociones negativas mediante el acto de arrancarse el pelo. El estrés, el cansancio, las preocupaciones o la ansiedad son emociones que se ven disminuidas tras esta conducta.

Comienza básicamente en niños adolescentes, adultos jóvenes y raras veces en adultos mayores.
Tal y como señala la directora de la Clínica Universitaria de Psicología de la Universidad Complutense de Madrid, Cristina Larroy, se han visto casos en niños desde los tres años, aunque el rango de edad en el que habitualmente comienza el trastorno es en la etapa de los nueve o diez años hasta los 13.
No existen causas biológicas, ni genéticas, ni conductuales, ni psicológicas perfectamente identificadas: “Simplemente, parece que es un trastorno en el que la persona siente alivio cuando empieza a hacer ese tipo de conductas, de modo que puede ser un tema azaroso. Un día uno empieza a arrancarse el pelo, eso le produce placer o alivio y tiende a repetir esa conducta”, explica Larroy. La tricotilomanía se da en situaciones muy variadas. En ocasiones, el comienzo del hábito viene asociado a situaciones de distracción, relajamiento o aburrimiento; otras veces se utiliza para aliviar la tensión en momentos de nerviosismo o para mejorar la concentración.
“Es una conducta que al final acaba aliviándolo todo”, matiza Cristina Larroy.
De acuerdo con esta experta en Psicología, normalmente es un trastorno que se da más en mujeres que en hombres. A veces está asociado a la depresión y puede acabar degenerando en trastornos obsesivos compulsivos, que también son más típicos en mujeres que en hombres.
Se trata de una cadena conductual: “El paciente se agarra un mechón de pelo, lo retuerce y después de un rato quedan uno o dos pelos, que son los que se arranca”, informa Larroy.

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