A pesar de los muchos planteamientos complejos a esta temática, podría ser posible comenzar por preguntarnos realmente cuales son los motivos por los que más allá del deseo de estar juntos, nos llevan a la institucionalización de la compañía.

Bien, gran parte de la presión para contraer matrimonio proviene del simple hecho de que estar casado y formar una familia se considera normal, pero en realidad las personas se casan por ocupar un papel en la sociedad, por una norma moral social y legitima, osea, nos casamos porque la sociedad así nos acepta como personas adultas y correctas.

Esta postura nos coloca en la perspectiva de la presión social, lo que conduce prácticamente a la obligatoriedad de establecer algún tipo de compromiso, sin embargo difícilmente el matrimonio bajo esta presión social tendría éxito si no la mantenemos reforzada.

Existen tantos mitos y creencias como: el amor lo puede todo, si la relación no es inicialmente buena el tiempo la mejora, el matrimonio alivia la sociedad, el matrimonio es un seguro para nuestra vejez, el amor nos permite saber lo que la otra persona siente y quiere, la vida sexual resuelve todo, debemos sacrificarnos en aras del amor, la pareja ideal es quien llenará todos los aspectos de su vida, etc., Este y muchos mensajes sociales acreditan nuestras emociones cuando nos enamoramos….pero estar enamorados, aunque es una de las experiencias más placenteras del ser humano lamentablemente puede convertirse en obstáculo para una adecuada conformación de pareja ya que las emociones que se viven no son lo suficientemente equilibradas y exitosas.

La unión de lo que cada uno espera de la vida por separado debe ser compatible. Cada uno de nosotros estamos dotados en capacidad, inteligencia y afecto individual al momento de constituir dicha unión, porque esta viene cargada de variables biológicas, cognoscitivas y comportamentales puesto que todos tenemos características que nos distinguen el uno de los otros, por lo tanto no somos iguales ni compatibles y esto conlleva a considerar algunos elementos cruciales para el éxito o fracaso de la relación de pareja los cuales se derivan de las características socio-económicas, formación ideológica, nivel intelectual y de instrucción de cada uno de los integrantes de la pareja, acuerdo de metas individuales y de pareja, disparidad cronológica y la implementación de un prototipo, pudiendo estos indicadores mencionados influir de manera negativa y/o positiva en el establecimiento de un proyecto de vida común e individual llevando a la ruptura de la relación.

Si ya pasamos por el equilibrio emocional y racional, llega el momento para garantizar la permanencia o no de la relación de pareja. Existen tres componentes que debemos tener en cuenta:

La intimidad, pues toda pareja necesita un verdadero sentido de pertenencia en cuanto a la necesidad de compartir un espacio para ambos, osea, compartir actividades y afinidades solo ellos dos para que funcione. Mantener la pasión, es decir, basarse en la gratificación afectiva, erótica y sexual de la pareja. Y, un punto crucial, el compromiso, ya que el hecho de asumir a una pareja que se ama, es indiscutible que los llevará a estar juntos a pesar de las adversidades, implica un compromiso que efectivamente permite la culminación de un proyecto común más que los proyectos individuales.

El mantenimiento de la pareja supone, estar dispuestos a efectos reforzadores que pudiesen garantizar la estabilidad de la pareja enmarcados en la realidad de su dinámica. Debemos entender la realidad como algo individual por lo que no siempre debe coincidir con la realidad del otro.

Cuando el comportamiento de la pareja no coincida con el nuestro, puede generarnos molestia, pero no se debe generalizar su comportamiento. Es necesario empatizar con la visión de nuestra pareja, por eso debemos abandonar la rigidez y la inflexibilidad. Debemos negociar con nuestra pareja, esta es la vía adecuada para establecer un compromiso hacia nuestros desacuerdos.

Es importante manifestarnos admiración mutua. Es una forma de que la pareja se sienta tomada en cuenta de forma favorable y siempre tener algo bonito que decir de las acciones que cada uno realice por más simple que estas pudiesen ser, asi como también gratificarnos sexualmente, puesto que la pareja de hoy debe disponer de conocimientos objetivos que impliquen el derecho de gratificar y disfrutar sexualmente con la pareja. Una sexualidad gratificante debe basarse en dar y recibir, entender que la genitalidad es parte de la sexualidad, alternar tanto en tiempo y espacio y aditivos sexuales entre ambos para que la relación sexual funcione y sea operativa.

Cabe destacar que el amor se transforma con los años, a medida que avanzamos en la dinámica sexual con la pareja, pasamos del apasionamiento inicial a una relación de compañeros, esto no significa que se pierda la sexualidad entre las partes, más bien se trasciende a una sexualidad más tranquila, menos eufórica, pero sin duda con mayor expresión sentimental y gratificante.

Por ultimo, y muy importante, para cerrar este post, debemos alternar alternar los roles de pareja. El esquema tradicional de matrimonio ha perdido vigencia en nuestros tiempos, por lo que el matrimonio moderno se centra en la satisfacción emocional y satisfacción equilibrada de compartir de forma igualitaria, por este motivo la jerarquización dentro de la pareja, donde uno manda y la otra obedece, difícilmente funciona en nuestros días. La calidad de las relaciones sobre la base de la comunicación asertiva y empática, de alternar los roles, de complementar las funciones mutuas, de responsabilizarse cada uno por igual y respetar los derechos de cada uno, es la base que hace que una relación perdure.