La Verdad detrás del Banquete Navideño.
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Saludos Parcero, si hay algo que caracteriza nuestras noches de Navidad, es la espectacular cena que solemos tener, no en todos los hogares la cena igual pero en mi familia mantenemos una tradición de cenar un menú navideño.
Agradeciendo primeramente a Dios que nos permite tener estas Delicias sobre nuestra mesa hoy Quiero compartir con ustedes lo que fue el menú navideño que tuvimos en familia La noche del 24, pero más allá de la comida.
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Para mí hay algo sagrado en el ritual de sentarse a cenar en Navidad, más allá de la abundancia o de los platos tradicionales, lo que realmente llena es el sonido de los cubiertos, mezclado con las anécdotas de siempre y las risas nuevas.
La comida es el pretexto perfecto para pausar el mundo exterior y recordarnos quiénes somos. Este banquete no se mide por ingredientes, sino por la calidez de las manos que prepararon, en nuestra familia Mamá Suegra y mi esposa son las encargadas del banquete que comeremos.
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La mesa de Navidad nunca ha sido solo cuestión de lo que hay en los platos. Este año, al ver la mesa servida, entendimos que el verdadero banquete no eran los sabores, sino el milagro de vernos todos ahí, porque este año vimos muchas perdidas de personas conocidas, y nosotros estábamos completos otro año más.
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La comida es solo el lenguaje que usamos para decirnos que nos queremos; cada receta es un esfuerzo compartido y cada brindis, un agradecimiento por seguir caminando juntos. No cenamos para saciarnos, sino para celebrar que, a pesar de todo lo difícil de este año, estamos juntos, nuevamente el mejor lugar del mundo, en torno a una mesa, en familia.
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Está noche la mesa estaba llena, pero no solo de comida, estaba llena de tiempo compartido, de abrazos recuperados y de esa alegría sencilla que solo ocurre cuando la familia se reúne. El banquete fue la excusa; el verdadero regalo fue la presencia. Gracias a Dios por estos momentos donde lo más importante no es lo que se sirve, sino con quiénes lo compartimos.
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Cada uno de los miembros de la familia siempre tiene prisa, la cena de Navidad es nuestro puerto seguro, y no es por el lujo en la mesa, sino del lujo de tener tiempo: tiempo para escucharnos, para reírnos de los mismos chistes de hace diez años y para simplemente estar. Al sentarnos todos juntos, el ruido de afuera se apaga y lo único que importa es ese pequeño universo que construimos entre platos y copas. Este banquete es nuestra forma de decir 'aquí estamos', cuidándonos y celebrando la vida un año más.
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La verdadera magia de nuestra cena de Navidad no está en la decoración perfecta ni en la elegancia de los platos, porque comemos en platos desechables je je je je je está en el caos de todos hablando al mismo tiempo, en los abrazos apretados al llegar y en la alegría ruidosa de estar todos reunidos.
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El banquete es solo el escenario; los protagonistas son el cariño, la complicidad y esa calidez que solo se siente cuando estás con los tuyos. No fue una cena de gala, fue una cena de almas que se encuentran y se reconocen en el amor, que si faltó gente?, claro que sí, pero los llevamos a todos en el corazón.
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La cena no es solo una comida, es el hilo invisible que une nuestras generaciones; es el momento donde los más jóvenes aprenden el valor de la familia y los mayores ven reflejado su legado. Más allá de lo que se sirvió, lo que realmente nos nutrió fue esa sensación de pertenencia, de saber que somos parte de algo mucho más grande que nosotros mismos.este es el secreto más allá del banquete navideño.
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Bueno amigos hasta aquí mi participación, espero que sea del agrado de todos. Y les agradezco de ante mano por el comentario y Apoyo que estén a bien dejarme.
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