¡Holisss! salí a recorrer Buenos Aires con mi hermano y mi cuñada Oriana, y nos fuimos directo a uno de los lugares más emblemáticos de la ciudad: La Boca, con su famoso Caminito y el legendario Estadio de Boca Juniors. Fue un día lleno de color, cultura y sorpresas… algunas buenas, otras inesperadas.

_{Portada de mi autoría creada con PicsArt}

Desde temprano nos organizamos para salir. El clima estaba ideal: cielo despejado, brisa fresca y esa energía que te da cuando sabes que vas a conocer un lugar icónico. Apenas llegamos, lo primero que hicimos fue sacar fotos. Es imposible no hacerlo. Las casas de colores, los balcones con figuras de tango, los artistas callejeros, los puestos de artesanía… todo vibra con vida propia.

Caminamos por la calle principal, donde hay música en vivo, parejas bailando tango, y turistas de todas partes. Oriana estaba encantada con los murales, y mi hermano no paraba de tomar fotos. Yo, por mi parte, me quedé un rato observando a una pareja que bailaba con tanta pasión que parecía que el mundo se detenía alrededor. Fue uno de esos momentos que te hacen sentir que estás justo donde debes estar.

Después seguimos caminando por el barrio de La Boca, que tiene ese aire auténtico, popular, lleno de historia. Las calles están llenas de arte, de cultura, de vida. Nos metimos en algunas galerías pequeñas, vimos obras de artistas locales, y hasta compramos unos imanes para llevar de recuerdo. Todo tenía ese sabor porteño que enamora.

Y claro, no podíamos irnos sin visitar el Estadio de Boca Juniors, también conocido como La Bombonera. Desde afuera ya impone. Es enorme, azul y oro, con murales que celebran la pasión futbolera. Pero cuando llegamos… sorpresa. El estadio estaba cerrado. No había acceso al museo, ni recorridos, ni movimiento. Y lo más impactante: la fachada icónica que decía “BOCA” ya no estaba. Solo quedaba el espacio vacío, como si le hubieran quitado el alma visual al lugar.

Nos quedamos un rato mirando, tratando de entender. Preguntamos a algunos vecinos y nos dijeron que estaban haciendo remodelaciones, que por eso habían retirado la fachada. Aunque entendemos que todo necesita mantenimiento, no pudimos evitar sentir un poquito de tristeza. Esa fachada era parte del encanto, del símbolo, de la historia. Verla ausente fue como ver una foto sin marco.

Aun así, nos tomamos fotos, recorrimos los alrededores, y compartimos recuerdos. Mi hermano, que es fanático del fútbol, estaba entre decepcionado y esperanzado. Oriana decía que igual el barrio tenía su magia. Y yo… bueno, yo me quedé pensando en cómo los lugares cambian, pero el sentimiento que provocan sigue ahí.

La Boca es uno de esos lugares que te sacuden, que te llenan de imágenes, sonidos y emociones. Caminito te abraza con sus colores, el estadio te recuerda la pasión de un país, y el barrio entero te invita a quedarte un rato más.

Aunque la Bombonera estaba cerrada y la fachada ausente, el espíritu de Boca estaba presente en cada esquina, en cada mural, en cada camiseta colgada en los balcones. Y compartir ese día con mi hermano y Oriana lo hizo aún más especial. Reímos, hablamos, nos perdimos entre calles, y nos encontramos en cada mirada cómplice.

Saludos y bendiciones para todos💗💗💗

Todas las imágenes de éste post son de mi autoría y de mi galería personal