Disfruté de un desayuno Desi con dulces franceses

Hoy tuve un desayuno increíblemente delicioso: un Anday ka Paratha, un pan plano relleno de huevo, cocinado a la perfección. ¿Quién no lo sabe? Lo hizo mi madre por primera vez.

El paratha es dorado y crujiente, con tomates y cebollas picados, lo que le da un color y un sabor preciosos.

Lo pedimos caliente en un plato floral que le dio un toque hogareño. Para acompañar este delicioso desayuno,

tomé una taza de chai caliente con mi hermana: ¡la combinación perfecta!

Mi madre suele despertarse temprano y tomar el té antes que nosotros, así que más tarde, mi hermana y yo nos levantamos y desayunamos juntas.

Fue realmente especial que nuestro desayuno fuera tan acogedor.

El ambiente era tranquilo y reconfortante, y esta sencilla comida casera fue perfecta para empezar el día con energía.

Esta era mi taza y la de mi hermana, y disfrutamos de este té fresco y aromático junto con el delicioso plato de anday ka paratha.

Todo parecía el ritual perfecto para un desayuno reconfortante, casero y lleno de amor.

De hecho, preparamos este chai juntas, justo como nos gusta: herví el agua y añadí las hojas de té mientras mi hermana medía la cantidad perfecta de leche y azúcar.

Ambas esperamos a que hirviera a la perfección, removiendo y riendo en la cocina mientras el aroma del chai llenaba el aire.

Una vez listo, lo servimos en nuestras tazas favoritas y las colocamos cuidadosamente para el desayuno.

Sorprendiendo el té con crujiente paratha de huevo recién sacada de la olla, nos sentamos y disfrutamos de nuestra tranquila mañana.

Hay algo mágico en estos momentos sencillos y compartidos llenos de sabor, unión y energía pacífica antes de que comience el día.

No necesitábamos nada sofisticado, solo té casero, comida caliente y la alegría de la hermandad.

La tranquilidad de la casa contribuía a la calma.

No había ruido de fondo, solo el tictac del reloj y el ocasional chisporroteo de la cocina, como el sonido de paratha friéndose y el crujiente estallido de los huevos fritos. Era tan tranquilo, como si fuera el 2012. También era el ambiente del COVID, pero era como si toda la familia estuviera allí, hijo. De fondo, había televisión y llantos, todos ruidos, así que definitivamente no era COVID, pero sí, era el ambiente del 2012, cuando todo se sentía tan bien que no puedo explicarlo con palabras.

Hoy parecía que el mundo se había ralentizado solo para nosotros, permitiéndonos saborear un momento que no sabíamos que necesitábamos.

Además, por la noche resultó ser inesperadamente especial, gracias a una cajita de macarons que mi hermana mayor trajo a casa.

El regalo venía con una historia conmovedora: una de sus compañeras dio a luz recientemente a una niña y, para celebrarlo, repartió macarons a todos en la oficina.

Mi hermana, conociendo mi amor por los postres bonitos, me guardó algunos y nos sentamos juntas a disfrutarlos como si fuera una mini celebración.

La caja contenía cuatro macarons franceses de hermosos colores, cada uno cuidadosamente colocado en su ranura. Los colores eran amarillo limón brillante y tentador, blanco vainilla, verde pistacho y azul arándano.

Elegí primero el de limón.

Tenía un equilibrio perfecto entre acidez y dulzura, con un centro suave y masticable que se derretía al instante en mi boca.

Mi hermana eligió el azul intenso y dijo que sabía tan bien como se veía.

Esa noche nos sentamos juntas, charlando sobre nuestro día mientras disfrutábamos lentamente de cada bocado.

¡Me moría de ganas de que hubiera uno negro! ¡Qué bien quedaría en la mezcla! Jaja, y si hubiera sido rojo, ni lo habría compartido. ¡Estoy obsesionada con los postres rojos!

Estos pequeños macarons no solo eran dulces, sino que crearon un momento cálido y alegre que hizo nuestra noche memorable.

A veces, no se trata de eventos elegantes ni grandes planes, sino de compartir algo pequeño y significativo con tus seres queridos.

@steemchiller
@cotina