Si sientes que todo va a fallar, quizás es tiempo de tomarse un descanso. Necesitamos un mínimo de fe para poder hacer que las cosas funcionen y para tomar buenas decisiones. Nuestra motivación depende de ello. Si estamos agotados en este sentido, es mejor que nos recarguemos y volvamos a juntar esperanza antes de continuar. De otro modo, podemos terminar con problemas y tomando malas decisiones. Sin fe en los resultados, sin ese sentimiento de que las cosas van a funcionar, nos desilusionamos más rápidamente y por lo mismo, ponemos mucho menos esfuerzo y tiempo en lograr lo que queremos. Incluso, en estas circunstancias, tendemos a evitar todo lo que parece difícil.
Y no es que no haya que ser persistente, al contrario, necesitamos una mentalidad adecuada para abordar cualquier empresa en la vida. Generalmente creemos en el compromiso, en la verdad y en los demás. Si de un momento a otro parece cómo que nada es confiable, si nada parece tener sentido, no podemos empujar las cosas. Necesitamos estas nociones para relacionarnos y para participar. Cuando estamos decepcionados y las cosas se ven recursivamente difíciles, es recomendable comenzar a hacer algo que nos permita cambiar esa mentalidad primero. Es una necesidad creativa, aunque creamos que somos lo suficientemente resilientes. No podemos tener certeza de antemano, excepto de cómo sentimos las cosas, por lo que esto se vuelve primordial.