— Buenos días, señor Limón, ¿cómo está usted?
— Muy bien señora Naranja, ¿que la trae por aquí? Veo que ha rodado bastante para llegar hasta acá.

— Bueno le cuento, lo que me trae al lugar, es la curiosidad.

— ¡Caramba! ¿Y eso a qué se debe?

— Me enteré que ha llegado a la hacienda del al lado, un limón extranjero que es francés y a usted no lo veo preocupado.

— ¿Y por qué he de preocuparme? Si yo me vendo bien.

— Pero yo si me siento preocupada, ya que dicen que el sabor que trae es de naranja con limón, por eso tengo ansiedad, le comento que escuché murmuraciones de las otras frutas sobre nosotros dos, de que nos iban a desplazar.

— Ja, ja, ja. No me haga reír señora Naranja.

— Señor Limón acaso se burla de mí.

— No señora, no hay que darle crédito al comentario mal sano, nosotros hemos nacido en una tierra muy bendita por ser tan fértil, todos gozamos de expansión sin ningún límite, más bien le digo que apoyemos al sr. Limón Francés, quien se encuentra inseguro por estar lejos de su país.