LA VIEJA CABAÑA por Irma Pulido (Capítulo 11)

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Me alejé de allí, me sentía tranquilo y seguro de lo que iba a hacer. Al poco rato legué a la cabaña, revisé el lugar verificando que todo estuviera en orden. Saqué las cosas del morral que traía y las coloqué sobre la mesa. Vi el reloj, aún era temprano. Tomé la Biblia y me senté a leer un rato hasta que llegó la noche y ya no pude continuar. me sentía inquieto, las horas pasaban lentamente. Me acerqué a la ventana después de servirme una taza de café. Allí permanecí por largo tiempo, viendo hacia la distancia. A lo lejos un relámpago se dejó ver y esto me preocupó. Imploré al Cielo que no lloviera esa noche, que la tempestad se mantuviera alejada de allí para poder cumplir mi cometido. Llegó la media noche y con ella mi nerviosismo aumentando cada vez más, pero oré con la Biblia entre mis manos y logré calmarme un poco. De pronto, un ruido me hizo sobresaltar, me quedé quieto donde estaba sin hacer ruido.

Unos pasos fuertes me indicaron que el hombre del impermeable se acercaba a la cabaña, esperé a que tocara la puerta impaciente, pero no llegué a escuchar ese llamado, tan sólo los pasos fuertes saliendo. Me asomé a la ventana alcanzando a ver la figura del hombre que salía, eso quería decir que habla traído los huesos dejándolos en el hoyo que estaba en el cuarto y descubrí que los restos de Sofía ya estaban allí.

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