No, no acepto flores ni mucho menos margaritas, eran las sabias palabras de aquella mujer bonita. En el intento de cortejar a las mujer más rica del pueblo Zancho pierde su tiempo, aquel pillo desde hace mucho intenta conquistar el corazón de Susan una prestigiosa ganadera que visita el bar al que él suele frecuentar.

    ¡Y no! no es amor, es solo la codicia de poseer todo lo que la interesante mujer posee, últimamente Susan visita el pueblo para realizar compras para el rancho, el bar es el escenario que se presta para que el audaz pueda entablar unas pequeñas conversaciones con ella.

    En su deseo insistente de poder conquistarla, aquella pícara con un tono de sarcasmo simula responder al piropo de manera sutil.

    Últimamente el dueño del bar observa con atención aquellas incómodas escenas, sin darse cuenta Zancho está siendo imprudente, al pasar de unos tres tragos de vino añejo la voz intrépida de aquel charlatan se hace más insoportable.

    Un buen día de esos que la mujer vuelve a acercarse al bar está el individuo asegurando que esta vez podra conquistarla y en un prestigioso ganadero se convertirá, aquellos compañeros de copa que lo acompañan aseguran que al fin lo logrará.

    Entrando la bella y empoderada Susan al bar, todos creían que le gustaban el charlatan Zancho sin imaginar que nisiquiera pasaba por su mente tomar en cuenta sus muchos falsos halagos.

    Zancho se puso de pie, y cuando se acercaba sintiéndose el gran galán tras él las pisadas del dueño del bar que le dijo con voz sarcástica; ¡Quieto Zancho esa hembra es mía!

    Todos sorprendidos con la noticia jamás imaginaron que el dueño del bar con silencio y amabilidad logro enamorar aquella millonaria tan bonita.