Mi madre es una mujer parlanchina y bromista, pero cuando todos duermen se vuelve prudente y sigilosa para no despertarlos. Sin embargo, con frecuencia se le ve cruzar los cuartos en puntillas en busca de algo que olvidó recoger.

Toparse con ella o despertar en medio de la noche mientras atraviesa sagazmente la alcoba puede convertirse en una pesadilla. Solo imaginen a esa pequeña y flaca mujer encorvada, con su vientre abultado y con su acostumbrada mascarilla de avena, que solo deja ver sus enormes ojeras; y, por si fuera poco, empuñando en su mano una pequeña linterna, más bien parecida a un brillante puñal. Toda una película de terror donde los protagonistas son los incautos durmientes.

Por eso no me gusta invitar a nadie a pasar la noche en casa; pues, vergüenza me daría escuchar sus alaridos de horror. Pero si algún día llegaran a quedarse en casa les advierto, que si escuchan un ruido en medio de la noche, no abran los ojos ni se desesperen. Solo es mi madre elfo que en sus noches de insomnio buscando algo que debió haber sacado del cuarto de invitados antes de que se fuesen a dormir.

Dulces sueños queridos invitados.