Las dimensiones que incluyen la trascendencia humana son urgentes en la medida que crece la sociedad y con ella la posibilidad de dominar al mundo y extraer su energía, porque surgen responsabilidades constantes del cuidado de la creación donde no se ve comprometida el derecho de vivir y surgir del ser humano. No obstante, los pueblos se ven cada día amenazados por los hombres que pretenden ser dioses, pero que se paralizan con el desarrollo que tienen y conlleva a la frustración de una convicción que impone un cambio en el espíritu de solidaridad del mundo.

La solidaridad debe existir en las raíces del hombre, buscando ser distinta de la conciencia de intereses propios y teniendo como resultado una realidad esencialmente humana, es decir, una búsqueda de bien común que requiera de un accionar de nación propia y fomentando toda clase de intercambios entre los grupos sociales. Sin embargo debemos meditar en que los hombres poseen distintos caracteres, los cuales se distinguen del resto porque buscan perfeccionarse en el trato, debido a que tienen el deber de convivir por la existencia social que se tiene.

¿Es posible la transformación del mundo con un espíritu de desarrollo?

La solidaridad debería ser el nuevo espíritu, donde la obra del hombre sea conducida por una progresiva humanización y con conciencia de sí mismo con responsabilidad ante la historia y el porvenir, es decir, con un respeto absoluto entre los hombres y respeto con el propio mundo. En la medida que sea posible el dominio del mundo se enfrentará a un nivel profundo de un problema fundamental y sus soluciones precisas para un acercamiento acertado del desarrollo social y la existencia humana; donde la integridad de la sociedad no se vea comprometida en su mismo desarrollo.

Se debe considerar también, la solidaridad autentica donde se reconozca la lógica de las experiencias sin llegar a la explotación, opresión y anulación de los demás. Recordando que la solidaridad comprende distintas áreas tanto políticas, económicas y sociales que deben contemplar un cambio que corrija su rumbo de desorden, ya que, no está bien un mundo donde solo exista un panorama de protagonismo y amenazas, mientras millones de personas carecen de lo necesario para la vida.

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