Mi viaje a Barcelona, parte 2

En el Capítulo anterior

Después de eso, nos fuimos a pasear a la Rambla, que no podía faltar en el itinerario, y nos fuimos a tomar un bubble tea. Se trata de un refresco dulce asiático en el cual ponen unas bolitas como de gelatina que tienen diferentes sabores. Es delicioso.

Después, como el hambre acuciaba, nos fuimos a comer un « wok to walk » y de ahí entramos al Museo Erótico.

Estuvo bastante divertido e interesante. El museo mostraba la historia de la sexualidad humana a lo largo de los siglos y de las diferentes culturas, demostrándonos que en este campo no hay nada nuevo y que todo mundo ha experimentado las mismas cosas, desmitificando e invalidando por completo el control y represión sexual que persiste incluso en nuestros días. Nuestros ancestros sabían divertirse y gracias a eso es que estamos aquí hoy.

En la entrada del museo, había un elemento curioso para tomarse fotos:

Sin embargo, creo que habría sido justo que también hubiese una vagina. ¿Por qué solo penes? ¿Qué hay de las mujeres lesbianas? ¿O de los hombres heterosexuales? ¿O de cualquier persona que hubiera querido hacerse el gracioso con una vagina también, independientemente de su orientación sexual?

No es para ser paranoica, pero es que hasta en esos detalles se invisibiliza a lo femenino, es el colmo. Como si la vagina no jugase un rol (mas que) importante en nuestra existencia en la Tierra…

En fin, después del museo nos fuimos a una mercería para conseguir todo lo que me faltaba para mi vestido (porque no podía hacer eso en Madrid, ¿verdad? XD)

Por supuesto no podia faltar ir a ver al Gato de Botero, una estatua de un gato gordo, a la cual de algún modo logré treparme para tener mis fotos jaja.

Al dia siguiente visitamos el museo de la música, ya que ese día la entrada era gratis. Es un sitio hermoso, con instrumentos de todos los tipos y de todas las épocas. Lo único que era un poco triste, ya que no puedes tocar los instrumentos y están encerrados en una vitrina, tristes, sin nadie que los haga cantar.

Al mismo tiempo hay piezas tan antiguas que si la gente las tocara se destruirían, pero no todos estaban en ese estado.

Por suerte, hay un salón en el cual ponen a disposición de la gente instrumentos para que los puedas tocar.

Al dia siguiente tuvimos que volver al mercado porque me di cuenta que me faltaría tela para mi vestido, y después de eso, nos fuimos al barrio de Montjuic. Vimos la fuente magica, pasamos por el museo de Arte de Cataluña, el museo arqueológico y subimos al teleférico para visitar el castillo.

El teleferico se me hizo corto, la verdad. El castillo me pareció bonito, aunque tiene una historia triste.

Luego volvimos y fuimos a un parque a pasear. Después volvimos a casa porque estábamos muertos de cansancio.

Al día siguiente, fuimos a visitar el museo marítimo, que también tenia entradas gratis ese día. Es enorme, y lograron colocar una galera entera (bueno, sin los mástiles) dentro para poderla visitar. Me encantó.

Después de eso, vimos el puerto, el monumento de Colón y volvimos por la Rambla a casa. Todo eso esta muy cerca.

Al dia siguiente, ultimo dia, fuimos a ver la sagrada familia, que esta gigantesca, y bonita, aunque aun falta mucho para que la terminen. Allí encontramos a un señor que hacia taxi-bici, y nos llevo a recorrer la ciudad hasta la catedral de Santa Maria del mar. Vimos algunos sitios que no teníamos pensado ver.

Al llegar a nuestro destino, paseamos un poco por el barrio gótico, tomamos fotos, y nos dirigimos al puerto para hacer un paseo en barco antiguo.

El paseo fue por la costa de las playas de San Sebastia hasta Barceloneta. Inolvidable y altamente recomendable.

Para terminar el dia, quisimos irnos a una playa nudista. Sin embargo, cuando llegamos, solo unas cuantas personas estaban desnudas o semidesnudas. Y como no trajimos bañadores, mandamos todo al diablo y nos fuimos a bañar tal como vinimos al mundo.

A pesar de haber preparado todo para irnos, a mi se me ocurrio la gran idea de olvidarme el telefono en la habitacion, por lo que tuvimos que pedirle al dueño que nos abriera. Por suerte había alguien que nos abrió la puerta, pero solo nos quedaba una hora antes de la partida del avión. No podíamos permitirnos perderlo, así que cogimos un uber que nos llevo al aeropuerto en 20 minutos.

Pasamos corriendo los controles, y luego tuvimos problemas para encontrar nuestra puerta de embarque, pero por suerte el avión termino retrasandose también, y pudimos volver a casa sin problemas.

En resumen, fue un viaje genial, y espero poder volver pronto a Barcelona.

Hasta mañana,

El Gato.