Relato Corto del Dragón Azul: El lobo del mar y la luna

Las primeras veces son muy especiales, nunca se olvidan y marcan nuestras vidas durante años hasta ser parte de nuestro ser.

Así pasa con mi primer relato, una historia que tanto adoro recordar. Y justo ahora quiero compartir:

Hace mucho tiempo, en el principio del mundo, cuando sólo había tierra, mar y cielo, ocurre una de las primera leyendas en ser contadas.

El océano y la luna se amaban. No era secreto para ningún ser viviente, dios o mortal, que no supiera sobre el amor que se profesaban estos dos. Sin embargo, como te puedes imaginar, por más que quisieran, no podían estar juntos.

Cada noche, cuando la luna salía en el oscuro cielo, el océano se elevaba tanto como podía para alcanzarla, sin éxito. Y la luna iluminaba con todo su esplendor, tratando de acercarse también a su amado.

Triste era que cada día y cada noche, ninguno de los dos amantes podían estar juntos. Sólo podían verse desde la distancia, condenados a amarse separados.

Para aliviar el dolor de los amantes, el dios lobo Argentos les concedió un deseo para unirlos: un lobo que pudiera caminar entre cielo y tierra, y llevar los regalos de ambos.

El lobo tenía dos pelajes: uno negro para pasar por la noche sin ser visto, y durante el día blanco como la luna.

Para la luna, el lobo llevaba cientos de rocas preciosas del fondo marino, todas incrustadas sobre su pelaje negro que parecía el cielo nocturno visto desde los ojos del océano.

Y para el océano, la plata del pelaje, los blancos cabellos de la luna, le daban el cálido roce de su amada.