en un campeonato de tiro con arco en Portugal

Hace poco fui un fin de semana a un campeonato de tiro con arco en Portugal…..

El viaje estuvo bien, pero a la hora de cruzar la frontera para llegar a Portugal mi madre no encontraba la tarjeta de crédito para pagar el peaje, así que un guardia de seguridad nos pidió que nos adelantáramos porque estábamos formando cola. Media hora después mi madre encontró la tarjeta y pudimos pagar el peaje.

Conseguimos aguantar el resto del viaje bien y por fin pudimos ver como era el hotel en el que nos alojaríamos, tenía el jardín lleno de rosas y otras flores preciosas, se podía oler el rico aroma desde el coche y parecía tan acogedor. Pero mi padre se enteró de que el hotel no era ese sino el del frente, no se veía nada destacable menos esas largas escaleras que teníamos que subir para llegar a nuestra habitación. La verdad es que no estaba nada mal, pero las camas estaban llenas de bultos, como si tuvieran 1.000.000 de años. Por la ventana solo se veían personas con sus móviles en la entrada, resulta que el hotel no tenia contraseña de wifi y ellos solo estaban aprovechando el Internet gratis.

A la mañana siguiente nos despertamos a las 6:30am para estar en el campo de tiro con arco a las 7:00am, llegamos a la hora exacta pero tuvimos que esperar 50 minutos en la entrada porque ni siquiera habían llegado puntuales los organizadores. Cuando por fin llegaron fuimos a que nos revisaran los arcos y luego decidimos ir a una cafetería que había cerca de allí a desayunar. Cuando volvimos ya estaba todo el mundo y estaban a punto de decir las patrullas. Me tocó en la patrulla de niños con Laura, una amiga mía de otros campeonatos, y con Lucía y Daniel, otros amigos del club de tiro con arco, pero como todos éramos niños nos pusieron también con nuestros padres.

En el recorrido lo único que se veía era sol, sol y más sol, era todo como un desierto, cada sombra que veíamos podía ser la última y estábamos todos agotados. Por supuesto el agua no tardó mucho en acabarse. Después de kilómetros y kilómetros andando, a lo lejos conseguimos ver un montón de árboles y nos salvó la vida ver que el circuito seguía por allí. Aunque hubiéramos recorrido más de la mitad en el sol, ese ratito fue milagroso. Al acabar el circuito miramos el reloj...¡¡no era posible!! empezamos a las 9:30am y terminamos a las 4:30pm y ni siquiera habíamos comido, así que para comer me zampé un buen bocata de lomo y 3 botellas de agua helada. Pero ese ratito no duro mucho, ya que había que hacer otro circuito, pero al menos era distinto al primero, en un bosque en lugar de en un viñedo al sol. Estuvo bonito pero se nos hizo de noche y no nos dio tiempo a acabarlo. El padre de Laura dijo que según su móvil habíamos andado 18 kilómetros.

Por primera vez me alegré al llegar al hotel y por tumbarme en esas camas viejas. A la mañana siguiente nos tuvimos que despertar aun más pronto porque después de la entrega de premios volveríamos directamente a casa y había que cargar todas las maletas en el coche.

Una vez allí nos preparamos con 10 botellas de agua cada uno y solo quedaba resistir. Este día no fue tan duro, no me lo creía pero ya habíamos terminado, solo quedaba la entrega de premios y a casa a descansar. Yo estaba en una silla sentada, no muy lejos del podio cuando escuché mi nombre ¡¡me estaban llamando para subir al podio!! ¡¡¡Al final quedé segunda de mi categoría y me premiaron con una medalla !!!

La verdad es que en el fondo estuvo divertido pero no lo repetiría.
¡adiós!