La danza del comienzo (Corto 24)

       Cada vez que aparenta llegar el fin, comienza una nueva aventura que llamamos vivir. Y es que basta un pequeño deseo para desencadenar la trama mágica de cada paso por dar.

         Por eso, te invito a que vuelvas y tomes mi mano, demos otro salto sin retorno hacia esos parajes llenos de misteriosa magia. Prepárate y abandónate a la idea de mantener tu mente abierta, y sígueme en estas breves historias para ti y para mí. Una mezcla de fantasía, fábula y realidad, con pequeños toques a tu ser.

        Reciban un cálido y muy cordial saludo de corazón lectores de esta maravillosa plataforma. Espero que la estén pasando muy bien. Gracias siempre por el apoyo, por sus comentarios y por seguir siendo parte de esta aventura. Sin más preámbulos, a continuación les dejo otra entrega venida desde los profundos y recónditos lugares de la imaginación. Cualquier parecido con alguna realidad es simplemente "coincidencia". 
 

La danza del comienzo

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          Mucho antes de La Noche del Trueno, el tiempo dormía como un pequeño bebé de flores azules y blancas, arrullado por Los Guardianes del Silencio. Aún el momento no existía.

       El Encontrado mentalizó a este pequeño varón para que sirviera de regocijo a sus buscadores que todavía no vivían.

       Un volcán surgió en medio de la infinita penumbra, escupiendo un estremecedor rugido que rompió el Silencio, y arrojó un mar de estrellas multicolores en todas las infinitas direcciones; esa era la Voz de El Encontrado que se manifestaba como la forjadora de la luz. La Voz que rompió el oscuro silencio de Los Guardianes. Fue así que el pequeño Tiempo despertó en llantos y nunca más durmió.

       Los Guardianes del Silencio, que en un principio eran nueve, se multiplicaron en las millones y millones de lágrimas derramadas por el pequeño Tiempo, quien lloraba desconsolado al inicio de todo.

       Cada gota son las que tú conoces como mundos vivientes; cada uno regido por un Guardián. De este modo, nacieron todos los mundos que conocemos y los que aún nos faltan por conocer. Y en particular, nació uno azul, ese al que solemos llamar: nuestro hogar.

       En aquel entonces, este mundo celeste recién emergía brillando en todo su esplendor, custodiado por sendas montañas plateadas. Vestido de mar, coronado con un cielo azul nutrido por las sedosas y traviesas aguas dulces y saladas, y adornado con las guirnaldas multicolores de bosques y selvas vigorosas. Todo recién emergido del ensangrentado suelo que apenas comenzaba a cicatrizar.

       Al andar el Tiempo, este se calmó e inmediatamente los instantes comenzaron a suceder, y se convirtieron en la danza de las estrellas, el baile de los mundos, girando todos sobre sí mismos, y en torno a otros en perfecto caos armonioso; cada cual rodeando a una estrella madre.

       En aquel entonces, todos los vivientes de cada mundo compartían un lenguaje común entre ellos. Aun así, sólo a una especie se le permitió comulgar directamente con el Guardián de su mundo, y de esta especie provino nuestro más antiguo antepasado: el primigenio. Y de él, todos los demás.

       El primigenio, a diferencia del resto, logró observarse y sentirse separado de todo lo creado, lo que ocasionó que olvidara la lengua común de todos los seres. Experimentó la soledad, y esa sensación lo llevó a la necesidad, que luego se convertiría en deseo, de tener compañía, y de allí fue que surgieron Los Antiguos.

       Los Antiguos fueron los que observaron esta danza del universo entero. Tan aguda era su percepción, su comunión con el silencio, que lograron describir la mecánica de cada paso, de cada movimiento en esta danza cósmica. Como resultado de sus hallazgos, definieron un concepto del tiempo tal como lo concebimos ahora. Además, con el fin de organizar toda la información a la que accedían, decidieron darle nombre a cada cosa que veían, escuchaban, olían, tocaban, sentían o ingerían. De este modo, se hicieron expertos en la clasificación de la diversidad y perdieron de vista a la unidad; formaron los primeros grupos de exploración, pues su sed de búsqueda era insaciable; y se volvieron competitivos, externos, y mientras más transcurría el tiempo, se identificaron con las sensaciones, los colores y los sabores, lo que ocasionó que la tranquilidad fuera sustituida por la necesidad, y que a su vez, ésta fuera reemplazada por el deseo, y del deseo surgió el sufrimiento.

       Mi pequeña gota de vida. Aunque el dolor y el placer coexisten desde el principio, su único fin era incentivar la comunión interna con la verdadera identidad de quienes somos. Y a pesar que el brillo inicial de nuestros antepasados fue mermando, El Encontrado le dio una joya a todo ser viviente: Su aliento. Y este aliento es el que originó este entramado que llamamos Vida.

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Gracias por la bondad de pasar por acá y regalarme un interludio de tu tiempo, un trozo de la aventura de tu vida. Y como siempre, son bienvenidos todos tus comentarios. Nos seguiremos encontrando. Hasta la próxima..