#Reto12Votos Semana 63 - Momento/ La Montañita

Buenas noches por aquí nuevamente participando en el #reto12votos esta vez con esta palabra "momento", les contaré un pequeño relato de un momento no tan agradable que digamos, para mi fue espeluznante...

Les voy a relatar una historia que le pasó a un amigo. Esto le sucedió a Don Esteban el cual se nos acercó un día para contarnos la anécdota. Nuestro grupo lo conformábamos tan solo tres estudiantes que estábamos recogiendo las cosas de nuestro fin de proyecto comunitario en una escuela rural. Allí se apareció Don Esteban a echarnos el cuento que decía así:

Yo – le respondí, de paso añadí que me venia del pueblo nada más que a lanzarnos por la montañita en bicicleta. Cosa que hacíamos cuando no comprendíamos el principio de la conservación.

Bueno – continuó el Don – yo ya tengo por acá casi 40 años y por estos lados salen cosas raras y de noche se esuchan peleas, gritos, llanto además de adultos también de niños.

Mi esposa y yo bajábamos en la mañanita y ya a las 4:00 de la tarde, ya se había convertido en una costumbre semanal.

Bajábamos a comprar cosas para el hogar: medicinas, artículos de limpieza, útiles escolares, entre otras más. Sin embargo en una ocasión nos llegó una visita y mi esposa tuvo que quedarse. Podíamos haber ido el sábado pero justo ese día teníamos una reunión familiar. Entonces no se diga más, prendí mi Jeep y bajé a comprar las cosas.

Buscando un repuesto para el auto se me fue la tarde, así que a esa hora agarré camino a casa. El camino estaba polvoriento y pedregoso había que manejar con cautela. Ya había oscurecido lo suficiente, había pasado algunos trechos como La Pulga, Los Bambues, El Cotoperí y, ahora me tocaba La Montañita llamada así porque era una subida muy inclinada y larga.

Ya casi estaba por subir, iba por Pie de Monte cuando en la espesura del follaje veo una señora de espalda como llorando pare un poco la marcha y la llamé. Al no voltear decidí bajarme del auto he ir a ayudarle, entonces me di cuenta que no tenía pies.

En ese momento entre en pánico y tomé inmediatamente las cosas con calma, prendí el Jeep y comencé a subir, al mirar atrás a ver si la había dejado, estaba sentada en el asiento de atrás. Allí comencé a rezar hasta llegar a casa, no vi ni cómo se montó ni donde se bajó, los ojos no los voltee para mirar atrás en lo que quedó de viaje.

Esta historia nos la relató su protagonista casi anocheciendo. Nos tocaba bajar y pasar por el lugar de los hechos a oscuras sino nos apurábamos. Momento nada grato para nosotros, pero aquí estoy vivito y coleando