Con ellas tengo aproximadamente 6 meses, he notado que es una planta de paciencia, en un principio desde que trasplanté “el hijo” que me fue dado de otra planta, que en un principio tenía en un pequeño recipiente de plástico, pero luego la sembré en un porrón de mi jardín, al ver que no creía tan bien a la luz directa, decidí trasplantarla a una olla reciclada que colgué de mi árbol de mangos, para que recibiera sol pero no de manera tan directa, en esta circunstancias por fin echó su primera flor. Tuve que esperar hasta un mes para poder verla, la cual luego de morir, solo días después volvió a abrir otra.

Se tardó bastantes semanas en ir aumentando paulatinamente la cantidad de flores que abrían al mismo tiempo, pasó de una flor por día a tres, en ese trascurrir un día me dio la sorpresa de tener 7 u 8 flores al día, lo cual es como un regalo, considerando que ver abrir una flor de vida tan corta es un privilegio, ya que mis otras plantas como las Isoras, por ejemplo, florean y puedo ver la misma flor los siguiente días, en cambio cuando una Bella a las 11 abre, hay que disfrutarla solo por pocas horas y llega a pasar incluso que por ocupaciones diarias nos damos cuenta que floreó cuando ya es tarde y la flor murió antes de poder verla.

Es una flor que te enseña a aprender el valor de tiempo, de la fragilidad de la vida y vivir cada minuto a plenitud.