Andrew y Nicholas intercambiaron algunas palabras. El primero fingió no saber qué pasaba ni qué querían. El dueño del lugar supo qué músculos faciales mover para aparentar sorpresa. Las expresiones verbales que redondearon el engaño dio tiempo a Alyth para aumentar la velocidad directo hacia el grupo. Algunos de los acompañantes de Nicholas reaccionaron al conjunto caballar que se aproximaba trotando a ritmo acelerado.

Andrew trató de mantener la calma. Sabía que no era el objetivo del ataque y que Alyth no haría nada en su contra. Permaneció tranquilo a pesar de las ganas de correr.

Los seis tipos empezaron a preocuparse. Dieron pasos hacia atrás. Cuando el instinto les gritó que dejaran de hacerse los duros, huyeron tan rápido como pudieron, aun sabiendo que no había forma de que cubrieran a tiempo una buena distancia para salvarse.

La experiencia de ver cómo seis hombres eran arrollados y pisoteados por caballos en movimiento era abrumadora. Las voces de los atacantes, al principio aisladas en medio del alboroto, quedaron ahogadas por los relinchos y cascos.

Los corceles corretearon a Nicholas y a sus amigos quienes intentaron pobremente huir. De repente, ya no eran tan valientes. Andrew tuvo a la impresión de que alguien, no sabía quién, sacó su arma e intentó disparar para asustar a los caballos y se estos se desviaran. Al no oír ningún disparo, dejó esa idea de lado.

Cuando las últimas bestias guiadas por Alyth desaparecieron del campo visual de su dueño, este sintió el deseo de apartar la vista. Se contuvo. Más le valía cerciorarse de que el problema estaba resuelto. Buscó el rebaño y lo halló descansando cerca de una de las cercas de la zona oeste.

Eran en total seis hombres por lo que debía haber seis cuerpos machacados por los cascos y el peso de las bestias. Andrew se acercó a cada uno de los restos y notó que faltaba uno. Buscó en todo el perímetro del campo y no lo halló. Algo que sí lo confortó fue ver que, entre los muertos estaba Nicholas.

Andrew se acercó al rebaño y, casi sin aliento, llamó a Alyth y le pidió que llevase a los caballos al establo de regreso y que luego entrara en la casa sin pasar por la zona donde los cadáveres reposaban. Una vez en la entrada, Andrew se quitó los zapatos y los guardó. Buscó a sus hijos y a Colleen y les llevó al pueblo para que estuviesen en la casa de su hermana mayor.

Una vez de vuelta en la granja llamaron a la policía y dieron parte de lo ocurrido. el caso quedó como que Nicholas y compañía habían ingresado en la granja sin permiso, empezaron a disparar –como contaron Alyth y Andrew- y que los caballos se alteraron les pasaron por encima.

El proceso de levantar los cadáveres, limpiar la escena, dar parte a las autoridades tomó mucho tiempo. Andrew mantuvo a Alyth alejada de todo lo relacionado con ello. No sabía si ella contaba con papeles como todos los nacidos en ese país o si debía contar con alguna protección especial de parte de los suyos.

Una vez que pasó el peligro y se realizaron los funerales, la pareja retomó su vida y su relación ahora sin sin secretos por en medio.

Andrew mantuvo el temor de que llegara algún pariente suyo a reclamarla dentro del clan o a justar cuentas de alguna clase, pero por mantener la paz no compartió su preocupación con Alyth.