Escaparate Ajeno

Si mal no recuerdo, existe un dicho venezolano, que va por este estilo:
"Más pesado que escaparate ajeno" usado para referirse a lo fastidioso, molesto, problemático que le puede resultar a alguien el lidiar con una situación que corresponde a otro.

Hay otro refrán similar con un collar de bolas criollas (bochas en otros países), pero el del escaparate nos ubica en el contexto de la interrelación, al tener una persona, que «cargar» con los problemas de otra.

Estoy de regreso a mi ciudad natal, en casa de mi madre. Es época decembrina y toca hacer la limpieza anual, donde botamos aquello innecesario, para ir limpiando las energías del ambiente.

Por ser el mayor, mis hermanos me encargaron limpiar uno de los escaparates del cuarto de mamá. Un artefacto enorme de manera sólida que por sí mismo ya pesa bastante estando vacío. Tenía que elegir y seleccionar qué se iba a la basura y qué se quedaba, de las pertenencias en él guardadas durante tantos años.

Tarea que me cayó pesada. Para mí fue como meterme en la intimidad de la pareja que me dio la vida y en sus decisiones, al querer conservar eternamente, cosas como "los paltos" (sacos) de mi padre ya fallecido; tarjéticas de regalos, invitaciones a fiestas, matrimonios y bautizos, recibos viejísimos de la electricidad, el agua y el "aseo". Eso y mucho más.

Mamá entró en la fase avanzada de Alzheimer y necesitamos despejar su habitación para una cama hospitalaria. Yo le preguntaba, ¿y esto? ¿Lo boto o lo dejo? Y su mente no lograba encontrar la historia detrás de dicho objeto.

Conectar con las evidencias físicas de tantos recuerdos guardados en el escaparate, fue una tarea extenuante, emocionalmente hablando. Intensa, paradójica, casi purificadora, fue encontrar a mamá y a papá en las cosas que guardaron en su escaparate, y que ahora, mucho antes de la limpieza, mamá ha venido perdiendo por el camino.