Mi padre teclea la Olivetti LINEA 98 con la intención de darme mensajes desde la cuarta dimensión, esa en la que el tiempo permite ver la vida física en todas direcciones y que yo, por mi condición de mortal, apenas puedo comprender. Él me ayuda a recordar cosas que ya he olvidado y me previene de no caer en viejos errores.

La apertura de mi tercer ojo me ha ayudado a ver eventos que se cumplieron o que se desarrollaron de forma diferente. Esto último me hizo enojar de tal manera que dejé de creer en lo que veía.

La Olivetti fue diseñada antes de mi encarnación actual y mi papá supo que yo, deseando volver a conectar con mi pasado y con él, buscaría una tecnología ahora vetusta, para comunicarse conmigo.

Extraño la época en la que compartíamos la misma sangre. Yo era muy pequeño cuando partió, así que no puedo decir que era un buen hombre más allá de mi perspectiva infantil, pero cumplió conmigo.

No deseo morir, pero no me emociona lo que tengo enfrente. La visión de un renacimiento en un lugar tan paupérrimo y deplorable como este si parto por mi propia mano es lo que me hace desistir de rendirme.